sábado, 19 de marzo de 2011

Las claves de un buen asesoramiento.

No es difícil llegarse a creer que la clave de un buen asesoramiento radica en la pericia del consultor. Pero todo aquél que, como yo, ya lleve unos años en el oficio sabe que el buen asesoramiento depende tanto del asesor como de la persona sobre quien recae la acción en una proporción que, sin exagerar, viene a ser la misma.

Mucho se escribe sobre la capacidad de generar confianza del consultor, pero poco se cuenta sobre la capacidad de asumir riesgos, de movilizar recursos para poner las ideas en marcha y de la capacidad de orquestar un diálogo fluido que ha de tener el cliente, aspecto fundamental en mi trabajo ya que un buen asesoramiento no deja de ser, sencillamente, el resultado de una buena conversación.

Se suele hablar, entre consultores, sobre la ilusión que genera un proyecto por sí mismo, normalmente por el valor que puede generar en términos de aprendizaje o de utilidad para una organización o para la sociedad, pero la reflexión que comparto en este post me lleva a admitir serenamente que, al menos en mi caso, la ilusión ante un determinado proyecto, sea del tipo que sea, nace de la ilusión de quien me lo propone, así como de la capacidad para atraerme y albergarme en su espacio como si de mi casa se tratara. Jamás dejaré de reconocer el liderazgo real sobre un tema a quien me otorga la palabra.

Así como creo firmemente que el paso del consultor por una organización debe dejar siempre un rastro de valor que vaya más allá de aquél para el que se le ha contratado y que se suele traducir en términos de desarrollo y de autonomía, también creo que, en mi caso, ese plus no es más que un intercambio justo a la oportunidad que se me brinda de ir madurándome en estas conversaciones y de incorporar a mi acervo profesional, no tan sólo la experiencia y el conocimiento que supone trabajar en esos proyectos, sino también las cualidades indescriptibles que conlleva la colaboración, la forma más efectiva de conocerse entre las personas y generadora, en muchos casos, de esa dulce sensación de afecto que lo hace todo más llevadero.

Esta semana, marcada por esta extraña alegría con un punto de tristeza que conlleva el final de algunos proyectos, me ha permitido reflexionar sobre algo que llevo macerando desde hace unos años, llegar a trabajar con el tipo de clientes a los que me refiero en este post es realmente una buena meta como consultor y, a la vista de con quién estoy colaborando, creo que lo estoy consiguiendo.

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La fotografía corresponde a la presentación del Plan Director de la Escuela Municipal de Música Can Roig i Torres de Sta. Coloma de Gramenet el pasado 17 de marzo. De derecha a izquierda: Maite Folqué [Directora de la Escuela], Montserrat Olivés [Teniente de alcalde y presidenta del Patronato de la Música de Sta. Coloma de Gramenet], Nuria Parlón [Alcaldesa de Sta Coloma de Gramenet] y un servidor.

Hablé sobre la estructuración de este proyecto en este post:
Enfoque para una planificación útil.

4 comentarios:

  1. A veces me parece que las organizaciones son como las personas. En ambos casos, me parece que es la diferencia entre "ayúdame" "asesórame" y, te contrato para que me resuelvas .... no se, es una sensación, tal vez un poco simplificada ....

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  2. Siempre en la diana Manel. Los proyectos son personas y sin emoción no hay nada. Pero sigo comprobando que esta actitud desde la consultoría es minoritaria.

    Ayer tuvimos un encuentro de socios para conocernos (asociación TIC) para supuestos objetivos comunes de negocios y/o cooperación. Es cierto que estos planteamientos endogámicos no me gustan y mi mundo va por otro lado, pero era una ocasión de ver si las cosas habían cambiado algo con la situación actual.
    Como es habitual, nos fuimos presentando y no me podía creer lo que oía. Te contaban su empresa o su proyecto como si te explicaran una cadena de producción de cualquier cosa. ¡Sin ningún tipo de emoción! Y yo pensaba que no podría trabajar con ninguna en ningún proyecto. Era peor que estar delante de un Excel porque las caras estropeaban cualquier interpretación humanizadora.

    Es cierto que probablemente bajo esa aparente inexpresividad esté el miedo (la situación no ayuda) pero si estás al frente de una idea o de un proyecto, es algo que no te puedes permitir. ¿Cómo van a conseguir ilusionar a su propio equipo? ¿Cómo conseguir implicación en las colaboraciones externas?

    Perdona la divagación. Es que me identifico tanto con lo que dices que me disparo.

    Lo que creo es que tus clientes y colaboradores tienen mucha suerte contigo. :-)

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  3. @Juana. Será porque las organizaciones no son más que personas…en todo caso, adelante con el ayudar o con el asesorar y cuidado con ser contratad@ para resolver, es a lo que Peter Block le llama “adoptar el rol que lo corresponde al directivo” al exponer los errores en consultoría en su libro “consultoría sin fisuras”, en lo cual también coincido. Un abrazo Juana

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  4. @Isabel, A mi modo de ver, hay diferentes maneras de enfocar la vida de las cuales destaco fundamentalmente dos. Una es parcelándola entre cosas que me gusta hacer y cosas que debo hacer y otra es viéndola como un todo en el que uno discurre y en el que le pasa el tiempo, enriqueciéndolo, envejeciéndolo… Yo me adscribo totalmente al segundo grupo y tengo solamente un tiempo en el que me pasan cosas buenas o no tan buenas, en el que por distintos motivos, entro en contacto con otras personas y en el disfruto haciendo aquellas cosas que sé hacer y en las cuales me esmero para hacerlas bien.
    En este transcurrir, a veces, muchas veces, cruzo la mirada con alguien con quien me parece encontrar alguna sintonía y si esto se da en el escenario de una colaboración hay muchas probabilidades de que el trabajo deje de ser “aquel valle de lágrimas” y se convierta en una buena forma de ocupar el tiempo. Sé que este enfoque es muy personal pero a mí me sirve.
    Muchísimas gracias por el comentario [en absoluto he creído que divagues], igual tenemos la oportunidad y la suerte de colaborar alguna vez. Un abrazo.

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