I
En la inseguridad de mis primeros tanteos profesionales de juventud, decidí hacerme supervisar.
Acudía cada quince días a un piso en el Paseo de Gracia donde un señor, por el que sentía una profunda admiración, cuestionaba con exquisita delicadeza cada pregunta, conclusión o decisión a la que había llegado en mi trabajo.
Recuerdo como, carpeta bajo el brazo, puntualmente tocaba a la puerta y él me recibía estrechándome la mano e invitándome a que lo siguiera a través de una alfombra que se extendía por un largo pasillo hasta su despacho.
Durante mucho tiempo me intrigó conocer la razón por la que, al terminar, jamás me acompañaba hasta la salida y siempre me despedía en su despacho cerrando la puerta tras de mí y dejándome sólo ante aquel pasillo con alfombra que, en la humildad de mis inicios, cruzaba un tanto cohibido.
Al cabo de unos meses, en el momento en que nos despedíamos, un poco más confiado, me atreví a preguntar:
- Normalmente, cuando en mi despacho recibo y despido a mis clientes, los acompaño hasta la puerta. He observado que usted no lo hace nunca… ¿hay alguna razón para ello?
A lo que él me contestó…
- Es una forma de hacerle ver que, en esta relación, siempre hay una parte del camino que la debe recorrer usted sólo.
Y a lo largo de los años esta enseñanza vuelve a mí recurrentemente…
II
Ya sea acompañando o dando soporte de una forma más directa, actualmente estoy metido en varios proyectos que implican un profundo cambio en las organizaciones con las que colaboro. En alguno de ellos, el cambio es tan grande que, más que de un cambio, se trata de una verdadera transformación que implica desde a la forma jurídica de la organización hasta el abasto de su intervención pasando por la revisión de la cartera de servicios.
Palpitando ansiosa y descompasadamente y como si de una neblina se tratara, se percibe en el fondo de estos proyectos una ansiedad basal que emana de las personas, que impregna cada una de las actuaciones y que tiene su origen en la incertidumbre que el cambio provoca en el orden de la vida que cada uno tiende a ver como natural e imperecedero.
Aspectos como la seguridad en el trabajo, las condiciones en las que se da, las funciones tal y como se han venido desarrollando, las ambiciones de futuro, etc., afloran aquí o allá buscando, a lo largo del proceso, una brecha donde poder formular la pregunta sobre si ¿va a cambiar algo de todo esto? y en la que se adivina la posibilidad de una única respuesta válida, que no es otra que aquella que devuelva a cada uno sano y salvo a la cotidianeidad de su propio ritmo.
La dificultad de responder a esta pregunta no reside tanto en la imprevisibilidad que comporta cualquier proceso de cambio como en el conocimiento tácito que toda persona tiene de que el cambio siempre afecta, en mayor o menor grado, a "todo". De ahí la ansiedad [el miedo…] que despierta y la tendencia compulsiva a negar, en aquellos aspectos más comprometidos, que “uno forme parte de ese todo”
Es por esta razón que una de las claves del éxito en este tipo de procesos reside en encontrar la manera de hacer explicito esto que ya sabemos todos: que el cambio también implica cambios en cada uno de nosotros y que, por lo tanto, una parte del cómo afrontarlo, le corresponde exclusivamente a cada uno.
--
En la fotografía: “esquema sobre un pentagrama” tomada en Can Roig i Torres en una sesión de trabajo para el desarrollo de su Plan Director.
Cambio, adaptación, transformación, revolución, re-invención...
ResponderEliminarMiedo, tensión, inseguridad, incertidumbre...
Son características del nuevo paradigma en el que van a tener que desenvolverse las personas y las organizaciones.
Creo que una de las claves para afrontar la ansiedad que produce pasar del PARADIGMA ANTIGUO de estabilidad, tranquilidad, paz... al NUEVO PARADIGMA de cambio, transformación, re-invención.. está, en asociar el primero como aburrido, estático y unificador y al segundo como, dinámico, retador y diferenciador.
El primero más parecido al mundo vegetal y el segundo al mundo animal...
Me gusta la partitura que ilustra tu entrada. La musica que se intuye tras ella, está más cerca de las obras trabajadas, revisadas, sudadas... de Bethoveen, que las de fluidez casi enojosas del genial Mozart.
Un fuerte abrazo!!
Buena aportación Paulino. Aunque creo que se está machacando tanto esta cultura vegetariana que colateralmente se ha elevado a alcachofas y zanahorias a la categoría de totems! [yo es que soy más de carnes y pescados] ;) y ahí está medio mundo agachado adorando la quietud de la lechuga esperando que así se les pegue algo...
EliminarEstoy colaborando con esta Escuela de Música en un planteamiento que están queriendo impulsar totalmente innovador, con un marcado carácter social! muy atractivo aunque supone un cambio importante en la concepción de la Escuela y de ser un profesor en ella. Santa Coloma es una población muy importante de la corona de Barcelona y esta Escuela es un referente en su sector.
Tienes razón, a modo de matáfora y, aún así, salvando muchísimo las distancias, el esquema se acerca más a la composición [más construcción diría yo...] de Beethoven o de Bach. Creo que lo hice en ReM por tratarse de una tonalidad de digitación muy natural en el violín ;)
Un abrazo!
Me ha encantado. Debería ser obligatoria esa figura en el desarrollo profesional (y personal). Personalmente, creo que he recorrido demasiado camino en solitario y comprender la dificultad a veces se traduce en asumir, de alguna manera, el papel de mentora con personas cercanas. Y quizá de esas dificultades deriva mi tendencia a “impulsar” e intentar “buscar la forma de”, algo que he tenido que sujetar, en no pocas ocasiones, a lo largo de mi actividad profesional. Supongo que es algo que todos hemos ido aprendiendo y nos da un cierto equilibrio en el que ambas tendencias se complementan, algo muy necesario con los retos actuales.
ResponderEliminarComo dice Paulino, características del nuevo paradigma. Y también me gusta la ilustración. Una anotación especial para este post. :)
Recuerdo haberte comentado en una ocasión, utilizando la metáfora de la pintura que la consultoría “es un mundo lleno de artistas donde sólo muy pocos son capaces de dominar el trazo y tienen la técnica suficiente como para decidir el estilo que quieren emplear en sus obras. De algún modo, tengo la sensación [y bastantes evidencias] de que hay mucho pintor que debiera dedicarle tiempo a aprender a dibujar primero…y para eso no hay tiempo que dedicar. Lastimosamente hay demasiada prisa para enseñar como para entretenerse en aprender y, nos guste o no, es el aprendiz el que hace al maestro…”
EliminarY sigo creyendo que, en contra de lo que se empeña en defender mucho profesor/a autonombrado/a, realmente al maestro lo designa el alumno que quiere aprender a hacer algo como lo realiza él. El conocimiento previo de la metodología y de sus resultados es una condición que no suele darse en los entornos formativos actuales. Yo tuve la gran suerte de “ver” a unos pocos maestros que se cruzaron en mi vida y aprender con ellos…quizás es sólo cuestión de eso…de detectar la profesionalidad y la ética y de apostar por ella…En mi caso estoy satisfecho…ya es suficiente.
Me consta por algún comentario que aquellos que se mueven a tu lado también son afortunados por las perlas que les das. Un abrazo
"al maestro lo designa el alumno que quiere aprender a hacer algo como lo realiza él"
EliminarUn placer venir a esta casa a conversar... y a aprender :)
Gràcias Isabel!
Eliminargran descubrimiento literario lo de la 'ansiedad basal'. Sin duda basal es un adjetivo a recuperar!
ResponderEliminarNo estoy seguro de que sea correcto. Lo he utilizado a modo de metáfora para despertar una sensación. Me alegro que te guste
EliminarQuerido Manel:
ResponderEliminarComo siempre, más que un post, es todo un tratado todo esto que dices ;-)
Me gusta la metáfora del pasillo y la alfombra (roja?) que hay que transitar solo, al menos en una parte. Uff, la de veces que tengo la sensación de que la recorro solo tanto en el camino de ida como en el de vuelta.
Me reconozco en los miedos y ansiedades que comentas en la segunda parte. ¡¡Cuántas veces tiene uno la tentación de quedarse en la "cotidianeidad de su propio ritmo"!!.... Pero siempre hay una algo,... una especie de fuerza interior que te reimpulsa, que rompe ese falso equilibrio estático... no sé!!. Supongo que serán las pulsiones de vida de las que hablaba Freud... o vete a saber qué.
En estos tiempos que nos está tocando vivir, nos estamos haciendo expertos en lo que pomposamente se suele llamar "gestionar la incertidumbre"... pero tengo que reconocer que, de manera recurrente, vuelvo a padecer episodios de insomnio....
Un abrazo!!
A juzgar por los hitos que estáis superando en Formación de la Diputación de Alicante parece que estas pulsiones de vida palpitan muy fuertes, rítmica y acompasadamente. No me extraña que desees una rutina aunque, por lo que te conozco, mucho me temo que cuando la has tenido nunca has sabido qué hacer con ella :)
EliminarRespecto a la soledad que me comentas quizás se trata de aquella que nos permite a la vez sentirnos acompañados porque, ¿cómo se podría valorar la compañía si uno no se siente sólo, verdad?
En cuanto al insomnio… crees que se debe a la gestión de la incertidumbre? No tendrán algo que ver los arroces… ;))?
La alfombra era roja, José Antonio, roja y noble, recuerdo el apuro con que la pisaba en mi concepto de “mi mismo” de “poca cosa” de aquellos tiempos tan jóvenes.
Un abrazo, fuerte!
He recorrido la alfombra roja que conduce a esta casa en innumerables ocasiones. Nunca lo he hecho con preguntas concretas, pero siempre en busca de respuestas. Algunas veces las he encontrado. Otras, las más, las mejores, me he marchado sin irme, inmersa aun en las ideas que las palabras leidas me suscitaban.
ResponderEliminarSiempre he vuelto sobre mis pasos, sin dejar rastro, sin hacer ruido, amortiguando cada pisada, con "apuro", si me apuras.
Hasta hoy.
He pasado varias veces por esta entrada. Buscando refugio, calmar la "ansiedad basal" en la que me reconocía. Intentando mirar a los ojos a la "incertidumbre". Y aguantarle la mirada. Pensando en la "transformación" que quizá llegue. Quizá. Ojalá.
Estoy plasmando mi trabajo sobre un pentagrama. Es curioso, pero esas cinco líneas me ayudan a ver a través de la neblina.
Hoy no he querido ya marcharme en silencio. Hoy tenía que agradecerte que me hayas acompañado, aun sin saberlo, hasta la puerta, tantas veces.
Este último tramo lo recorro sola. Y pisando un poco más fuerte.
Eskerrik asko, Manel, por todas las palabras y por la parte (del cambio) que me toca.
Hasta pronto. Quizá.
Ojalá.
Marta
Mientras describía este recuerdo se me ocurrió que aquella alfombra marcaba perfectamente el camino que debía recorrer hacia la salida si quería evitar perderme en las innumerables habitaciones que flanqueaban aquel pasillo. Seguramente este era el sentido de aquella alfombra, la de ser una ayuda con la que poder afrontar aquella soledad.
EliminarQué regalo, Marta. Qué lujo de comentario y qué bonito escribes, gracias!
Vuelve
Precioso. Ahora mismo me imagino varios pasillos con alfombra roja. Me llevas a muchos sitios y cada uno de estos darían para un post ;D
ResponderEliminarUna tiene que ver con la fuerza de la relación, los pequeños gestos y los simbolos. Nuestro trabajo es un continuo de este tipo de encuentros. Mostramos caminos, atajos, calle sin salida muchas veces sin buscarlo. Y entonces estas se convierten en los grandes temas, en los más significativo, lo que se recuerda. Luego es cuestión de actitud, de una manera de estar.
Por otro lado, en el otro pasillo, me veía cargando con un señor grande con corbata. Así que pudiera ocurrir que alguien me pregunte algún dia algo así como "porque me lleva en brazos hasta la puerta" y el que aprenda sea yo...
"El cambio, idiota, es el cambio" parafraseando... Y todo este movimiento para sobrevivir me mueve a mi. Andaba yo preparando una sesión para mañana... pensando en como compartir algunas certezas, basicamente puedo mover mis fichas y esto impacta hacia un lado o hacia otro en mi organización. Te leo también algo parecido a la "melancolia", "por favor que vuelvan ya las épocas de las vacas gordas" y ahi lo que tenemos que mover para resituarnos es más complejo, es renunciar al dorado...
Me dejo alguna alfombra más. Gracias Manel. Un abrazo enorme
No escribo tan bonito como Marta pero ella me enseñó este pasillo que tú nos describes. Desde entonces he vuelto aquí cantidad de veces porque en el cambio que decidí afrontar, me he sentido sólo muchas veces. Antes de afrontarlo sabía que viviría momentos duros pero que, sin duda, ¡¡¡podría afrontarlos!!! Siempre con humildad, trabajo, humor y colaboración. Como siempre he actuado.
ResponderEliminarAun así, he echado de menos a esas personas que me ayudaban, guiaban, respaldaban, etc. Lo curioso es que ha pasado un tiempo ya, y me doy cuenta de que siguen ahí. Gracias a ellos, en parte y sin ellos saberlo, tomé aquella decisión. Fue, y es, duro pero a la vez está siendo gratificante y placentero para mí y por lo tanto para mi familia. Asimismo creo que, l@s que me acompañan ahora en este nuevo proyecto, en cierta manera me "odian" pero realmente agradecen que les haya puesto chinchetas en sus sillas.
Termino. Siguen a mi lado los que anteriormente estaban y encima me presentan personas que sin ellos saberlo, me ayudan un montón a reflexionar y encontrarme!!!! tú eres un claro ejemplo Manel.
Siempre digo que llego tarde pero llego. Esta entrada cumplirá pronto un año y aquí estoy...
Un placer y felicidades por este gran trabajo!!!!
Eskerrik asko eta laster arte!!
Me alegro muchísimo de que esa alfombra por la que transcurres tenga esos colores tan vivos y estimulantes Unai!. Muchísimas gracias por el comentario... Un abrazo!
ResponderEliminar