lunes, 18 de febrero de 2013

El presente estratégico

Aunque la palabra estrategia hace referencia a la búsqueda de un aspecto importante o decisivo para la naturaleza de algo, resulta conveniente subrayar que la “estrategia” está absolutamente relacionada con el largo plazo. Algo no es estratégico porque sea importante o de altos vuelos, lo es porque su impacto se espera en un futuro lejano. Es por esto que la estrategia conlleva saber gestionar el riesgo, ya que el tiempo siempre puede configurar la posición de los astros de manera diferente a la esperada para el logro que se persigue.

En cuanto a la dimensión del “largo plazo” es algo que ha de definir cada uno, aunque se suele coincidir en que algo planteado a un mes o dos, incluso a un año, no es estratégico. Aquello que solemos pensar para estos plazos de tiempo lo denominamos: “táctico”.

Aunque una estrategia suele resolverse mediante tácticas, no todas las tácticas responden a una estrategia ya que muchas son finalistas en sí mismas. Éste suele ser el caso de muchas reuniones mal llamadas “estratégicas” y que persiguen resolver, en un corto plazo de tiempo, asuntos que pueden llegar a ser muy importantes. También sucede con no pocos “planes estratégicos” claramente orientados a dictar objetivos a corto plazo y donde todo aquello que aparece en él y es más lejano se desvanece en la indefinición o sólo sirve para organizar en grandes categorías las diferentes tácticas.

El carácter más o menos estratégico de las personas suele relacionarse con su capacidad para establecer visiones, para perseguirlas y para proveerse de información sobre la que edificar sus predicciones. También suele inferirse por la manera de enfocar la gestión de los recursos, ya que ahí, donde unos hablan de inversión, los menos estrategas suelen ver tan sólo costos o gastos.

Pero uno de los indicadores más potentes de un estratega no se halla en su capacidad de ver posibilidades ni en la de establecer disciplinadamente la secuencia de pasos para conseguirla, uno de los rasgos más evidentes y que curiosamente suelen pasar más desapercibidos, es su manera de gestionar el presente.

Las personas con perspectiva estratégica le conceden al presente la importancia que le corresponde, es decir, la de ser el eslabón esencial sobre el que se enlazará sucesivamente cualquier otro eslabón que dé lugar a un tiempo futuro. La calidad con la que esté elaborado y cerrado este eslabón determinará la fortaleza de la cadena en cualquier momento posterior. Eso es algo que sabe bien aquella persona que ve posibilidades en el futuro, por lejano que éste sea, que por muy inciertos y líquidos que sean los tiempos cualquier futuro posible se construye en el presente.

Como también sabe que la temporalidad de las cosas y de las personas difiere entre ellas y que no todas, por no decir ninguna, tienen la misma continuidad a lo largo del tiempo. Nos guste o no, unas terminan antes que otras y tenerlo en cuenta, sobre todo en el caso de las personas, permite relacionarse de una manera completa sin crear pendientes que queden sin resolver en un futuro que sólo se vislumbra como probable.

Es por esto que el estratega sueña con un futuro más o menos lejano aprovechando el presente, sin posponer nada. Procurando que todo aquello que se hace pueda quedar como la última cosa que se ha hecho. Porque nunca se sabe donde está el final y los asuntos pendientes son como garfios que mantienen a la persona capturada en el pasado, ya sea urgiéndola a realizar aquello que no hizo o haciendo que se lamente siempre por no haberlo hecho.

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Fotografía de Jennifer Grimyser


4 comentarios:

  1. Mi táctica es mirarte
    aprender como sos
    quererte como sos
    mi táctica es hablarte y escucharte
    construir con palabras un puente indestructible mi táctica es quedarme en tu recuerdo
    no sé cómo ni sé con qué pretexto
    pero quedarme en vos
    mi táctica es ser franco y saber que sos franca
    y que no nos vendamos simulacros
    para que entre los dos no haya telón ni abismos mi estrategia es, en cambio,
    más profunda y más simple
    mi estrategia es que un día cualquiera
    no sé cómo
    ni sé con qué pretexto
    por fin
    me necesites.

    Hace tiempo, este poema de Benedetti me ayudó a reflexionar sobre todo esto que hoy compartes ...
    Hoy es tu post el que me ayuda a entender el poema.

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    1. Poco pensaba yo, cuando cantaba canciones de Benedetti acompañándome a la guitarra, que casi cuarenta años más tarde saldría a colación ejemplificando de una manera extraordinaria que es táctica y que es estrategia; porque aquí se ve absolutamente claro como una se desprende de las otras aunque estas puedan darse sin apuntar a ella.
      Muchísima gracias por tan bella aportación. Me satisface enormemente y me llena de admiración la manera que tienes de explotar los conceptos. Un muxu Marta!

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  2. La verdad es que lo de “el tiempo y la posición de los astros” suena mucho menos prosaico que “la distancia entre dos pasos” que a veces digo yo, pero tengo la impresión de que nos referimos a algo similar. La hoja de ruta es necesaria, pero a modo de referencia para saber aprovechar, o esquivar, lo no pre-visto que aparece en el camino. Y es cierto, todo está cambiando muy rápido y el concepto de “estratégico” necesita agilidad, por eso “no todas las tácticas responden a una estrategia” ¡Y tanto!

    Es muy interesante el concepto de “temporalidad” y lo que implica desde cada perspectiva personal. Ese respeto al espacio de crecimiento propio y ajeno tan importante y tan difícil de detectar y gestionar. Pero también es una buena señal, si no hubiera crecimiento personal significaría un grado de robotización horrible. Hablaba Julen recientemente de las oportunidades de colaboración que subyacen en el conflicto y puede que ahí tengamos una interesante oportunidad para avanzar. Tal y como están las cosas, más nos vale. Un abrazo.

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    1. Para mí, el concepto de temporalidad, como que va ligado a la Vida y, más que a la muerte [como concepto], la Vida está relacionada con la Transformación. Hasta los minerales más longevos tienen su periodo de vida antes de cambiar lo suficiente como para pasar a ser otra cosa absolutamente distinta. Aplicado al crecimiento personal de otros, el “respeto” creo que debe consistir no tanto en “permitir”, ni en “favorecer” como en reconocer dos aspectos fundamentales: de una lado que la transformación invalida los primeros criterios sobre el que se estableció la relación [roles, estereotipos, etc.] y obliga también a transformarlos, que no reconocerla coloca injustamente a la persona en una piel de la que se ha ido desproveyendo y que ya no la representa, una triste realidad que mantiene esclavizadas a parejas afectivas, a amigos, a alumnos y maestros, a jefes y colaboradores; a padres, madres e hij@s… La otra cosa es que por mucho que uno aporte a otro, la transformación sucede al margen y va ligada al “tiempo” porque sucede inevitable desde el pensamiento, hagamos lo que hagamos. En este aspecto, la falta de respeto es no reconocerlo o apuntarse el tanto como también sucede en no pocas parejas afectivas, amig@s, alumn@s y maestr@s, jef@s y colaborador@s; padres, madres e hij@s…

      El discurso dialógico del que habla Sennett y la riqueza que aporta a los participantes que apuntaba Julen hace poco comentando a este autor, siempre está ahí como una gran oportunidad [Sennett también lo ve posible pero no probable]. También comentaba Julen en otro post [creo que era en Evolucionar] que al lado de la luz se desarrollan las sombras y es verdad que, al menos en este país, la diversidad es vista más como una amenaza que como una oportunidad, el conflicto no es dialógico sino que se orienta a la aniquilación y/o a la uniformización. No sé, para ciertas cosas se necesitan gafas y éstas sólo se van a buscar si uno es consciente de que es miope. Cualquier oportunidad a largo o medio plazo permanece oculta a la miopía y se ve, como mucho, borrosa. Nuestro papel puede ser montar el “andamiaje”, pero llegar a verlo…

      Un abrazo,

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