Todo indica que el momento actual y la gran crisis de valores que lo caracteriza es el caldo de cultivo ideal para que acaben de tomar forma, en nuestros contextos más cotidianos y formales, lo que hasta hace poco eran tan sólo atrevidas intuiciones en el campo científico o prácticas atribuidas a exóticas búsquedas introspectivas.
Para mí todo empezó hace 27 años, leyendo un artículo de F. Lhermitte en el que refería su extraordinaria experiencia con personas aquejadas de Síndrome Frontal y donde describía una serie de síntomas que delatarían la importancia real de un área del cerebro que hasta entonces se había considerado prácticamente muda.
Lhermitte comprobó cómo estos pacientes tenían una dependencia patológica del ambiente hasta el punto de no poder evitar desplegar el programa motor que de cada utensilio tenemos incorporado. Así pues, si se disponía delante de ellos una serie de gafas se las ponían todas, si se trataba de una botella de agua y un vaso se servían y bebían ininterrumpidamente e incluso, si veían una jeringa intentaban compulsivamente ponerle una inyección al doctor. Evidentemente ninguna de estas personas podía explicar qué razones le llevaban a todo ello. Aparte de las conductas de utilización también describió conductas de imitación donde no se podía evitar reproducir las misma emociones que el experimentador interpretaba, si éste reía ellos reían, si se ponía triste lloraban, etc., algo que también es fácil observar en personas muy demenciadas donde hay una involución importante del lóbulo frontal. Poco imaginábamos entonces que se estaba abriendo una puerta importante a la comprensión de los mecanismos de la empatía, el aprendizaje y, en general, a la base fisiológica de la civilización.
Efectivamente, diez años después, Giacomo Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese descubrieron, en la circunvolución frontal anterior y en el lóbulo parietal, un tipo de neurona al que denominaron “espejo” y que intervienen de manera determinante en la comprensión del comportamiento de otros individuos. De estas neuronas se afirma que son el verdadero puente capaz de salvar cualquier distancia que pueda existir entre dos personas, ya que su actividad permite elaborar teorías mentales sobre las posibles razones y motivaciones de sus actuaciones e incluso percibir como si fueran propios los sentimientos o sensaciones que puedan estar experimentando cada una de ellas. Con este descubrimiento se sentaron, definitivamente, las bases neurobiológicas de algo tan vago hasta entonces como la empatía. Y conceptos como el altruismo, la colaboración e incluso la compasión empezaban a insinuarse como algo más que una opción y adoptar un lugar propio en el genoma y en la evolución del ser humano.
Eco y Narciso, pintura de John William Waterhouse (1903) |
Recientemente, un equipo de neurólogos alemanes han descubierto que las causas del Transtorno de Personalidad Narcisista [el NPD, por Narcissistic Personality Disorder) pueden buscarse en la reducción de la materia gris de aquellas zonas cerebrales relacionadas con la empatía, concretamente de la ínsula cerebral. Estas personas caracterizadas por exagerar los logros y sus capacidades, que necesitan y exigen ser admiradas o que se creen especiales y únicas no tendrían otra elección que la que domina su pauta de comportamiento, ya que las pocas neuronas espejo de las que disponen las tienen todas vueltas hacia sí mismos careciendo de la más mínima consciencia y comprensión para con el prójimo y, en consecuencia, no pudiéndose esperar de ellas el más mínimo comportamiento empático.
Por otro lado, conocidos experimentos llevados a cabo con el llamado hombre más feliz del mundo, Matthieu Ricard, demuestran cómo un determinado tipo de meditación implica y desarrolla el córtex prefrontal izquierdo, directamente relacionado con la sensación de felicidad y la consciencia del otro mientras que también disminuye la actividad del lóbulo derecho relacionada con la depresión. También disminuye la actividad de la amígdala relacionada con el miedo y la ira y, por otra parte, el nivel de atención y de tolerancia a la frustración es mucho más elevando. Al parecer, los efectos de esa práctica sobre el cerebro son poco menos que inmediatos y sus beneficios se dejan ver ya desde su inicio por aquellos que se inician en esta práctica.
A partir del narcisismo con esa carencia especular y la consecuente falta de consciencia [de presencia] del otro que lo caracteriza, es sencillo establecer una relación fractal con nuestras organizaciones y reconocer la existencia de equipos y culturas organizativas narcisistas, donde las relaciones de sus miembros están volcadas hacia sí mismos y los mecanismos de identidad se basan fundamentalmente en reconocerse como distintos, mejores y superiores a los otros, incluyendo no tan sólo a competidores sino también a los colaboradores y a los propios usuarios. Desde este punto de vista es fácil intuir las consecuencias que pueden tener muchas prácticas centradas en crear equipo en la capacidad para orientarse a la realidad de sus usuarios o para establecer relaciones de colaboración con otros equipos.
De la misma manera, tomando como referencia la práctica de la meditación y la musculación que comporta de aquel tejido cerebral del que carecen los narcisistas es fácil imaginar cómo determinadas prácticas en los equipos, fundamentadas más en la quietud que en la acción, en relajar los propósitos que en formular ambiciones imposibles y en tomar consciencia de la pertenencia a un entorno determinado más que en rasgos diferenciadores pueden contribuir a establecer relaciones de colaboración, aumentar la capacidad para empatizar con las realidades de aquellos con los que se relacionan, innovar y, en consecuencia, crecer y evolucionar de manera sana y, por qué no, feliz.
Manel:
ResponderEliminarEste es un post importantísimo, para aquellos que queríamos saber mas acerca de las neuronas espejo. Perfectamente explicado y desde tu perspectiva como sicólogo, pero con palabras que podemos comprender.
Como siempre, agradecido,
Alberto
De nada Alberto, para mi es toda una satisfacción que pueda serte útil por un tema de reciprocidad ya que aquí aprendemos unos de otros. Un abrazo!
EliminarEl hombre más feliz del mundo jeje ... tenemos mucho que aprender de las "técnicas" milenarias ... tienen una ventaja, como mejor se aprenden es con la práctica.
ResponderEliminarQuizás sea realmente la única manera de aprender de verdad, con la práctica. Sucede como con la vida, que te la van explicando pero sólo aprendes de verdad viviéndola personalmente. Aunque, bien pensado, también es importante “querer” aprender ya que también existe quienes viviendo toda una vida aprenden bien poco…
EliminarBuena contextualización de la reflexión. Y que lástima que se busque la diferencia desde esa cortedad de miras, cuando es la auténtica oportunidad.
ResponderEliminarLo de la relación fractal es muy curioso, me había quedado hace tiempo con una reflexión que alguien aplicaba a nuestras acciones diarias (en las que incluía también el trabajo): “Nuestra percepción de la gente depende, en gran manera, de la posición en que nos encontremos, y somos poco capaces de darnos cuenta de que esas percepciones son producto de nuestra forma de ver el mundo, de nuestras actitudes y no reflejan realmente la realidad exterior”.
Esperemos que la formación en liderazgo y equipos vaya contribuyendo a cambiar tendencias. Aquí y al otro lado del charco ;)
Cierto Isabel, afortunadamente todos conocemos equipos suficientes como para poder afirmar que no siempre es así, aunque como en el caso de las personas, también sabemos que de “haberlos haylos” ;-)
EliminarEn mi caso, las correspondencias fractales me vienen de una lectura de Julian Ayesta [Helena o el mar de verano] que hice allá, a finales de los 70 y en la que un niño se cuestionaba en una abstrusa reflexión si no sería también él parte de un átomo que formase parte de una molécula, que a su vez fuera de un tejido que se hallase en el cuerpo de alguien que a su vez fuera también otro átomo…, etc., etc. Me llamó muchísimo la atención y me ofreció una perspectiva desde la que enfocar muchos temas que curiosamente se relacionan. Suscribo al cien por cien la cita que nos regalas. Un abrazo!
La meditación es una de mis asignaturas pendientes... Gracias Manel por ayudarme a comprender un poco más, seguro que este post me va ayudar con mi dialogo interno. Y mi reflexión: La dificultad en encontrar el equilibrio lo hace aún más importante y entender nos ayuda a aproximarnos a él. Como podriamos explicar la importancia de alimentar la autoestima sin correr el peligro de acercarnos al narcicismo?
ResponderEliminarLa pregunta que formulas, Jordi no tiene desperdicio. Desde mi punto de vista creo que la verdadera autoestima es aquella que se desarrolla sobre “lo que uno realmente es”, lo cual conduce a eliminar más que a añadir, eliminar del concepto de sí mismo aquello que uno ambiciona llegar a ser, piensa que los otros creen que es, tiene miedo a ser…etc. Visto de ese modo es lo contrario del proceso aditivo y de autobombo que conllevan las prácticas narcisistas. Quizás esto explica la dificultad que comportan disciplinas como las de la meditación que conducen a eliminar las distintas capas que hemos elaborado de nosotros mismos a partir de, como diría Pablo d'Ors , desilusionarnos de aquel que nunca hemos llegado a ser.
EliminarIndependientemente de la carga genética y biológica que cada uno lleva, vemos que ésta se va modificando en interacción con el ambiente en ambas direcciones. No sólo la biología modifica el ambiente sino que el ambiente modifica también nuestra biología. Por este motivo, preguntarse qué valores y principios orientan hoy nuestros comportamientos nos permite comprobar, a través de diferentes estudios de la biología, como el ambiente modifica nuestra estructura neuronal, celular y morfológica de nuestro cerebro (aumentando o disminuyendo las neuronas espejo, modificando la estructura del cerebro límbico: hipocampo, amígdala, hipotálamo, disminuyendo o aumentando la interacción neuronal, etc...) Por esto, el afecto positivo, las experiencias positivas, emociones positivas... son verdaderos amortiguadores que facilitan una buena y adecuada adaptación a las circunstancias de la vida, hoy tan demandantes, y sobre todo tener una buena salud física y mental. Y esto incluye también a nuestras organizaciones Claro que sí! fantástico artículo! gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias y tal cual Josune, muy bien expuesta la interacción y mutua influencia de lo físico con lo personal y lo social así como la oportunidad y necesidad [sobre todo actual] de profundizar en los valores para reorientar enfoques en todos los ámbitos: social, organizativo y personal. Saludos!
EliminarY el momento actual puede ser, tal vez, no lo sé, el adecuado para que esas organizaciones enamoradas de su propia imagen, con pocas neuronas espejo y además todas vueltas hacia ellas mismas, acepten agentes de cambio que en otro momento habrían juzgado como "exóticas búsquedas introspectivas"
ResponderEliminarTal vez sea la época de evolucionar de manera sana y feliz.
El tiempo lo dirá, y espero que nosotros lo veamos :-)
Yo también lo espero. Interesante lo que comentas Paz, hace pensar en lo que cuesta que la falta de consciencia genere demandas de ayuda respecto al verdadero trastorno, quizás de ahí que este momento exija que aquellos que trabajan en el cambio revisen también sus métodos y reorienten sus enfoques para despertar esa necesidad como paso previo a plantear orientaciones. Creo que la pelota está tanto en el tejado de las organizaciones como en el de los profesionales que trabajamos con ellas ya que no dejamos de ser unos consecuencias de las otras. En ello estamos, ¿verdad? Un abrazo :-)
EliminarHace no mucho me cuestionaba si la capacidad de empatizar con otros no tendría una relación inversamente proporcional a la autoestima.
ResponderEliminarHoy, reflexionando contigo, reconozco el narcisismo como la palabra que, entonces, no encontraba.
Creo que la autoestima se construye a través de esos otros. Y es curioso que lo que uno se quiera a sí mismo no esté tanto en su mano como en la de los demás. Y es por esto por lo que, ahora, estoy convencida de que una autoestima sana conlleva un acercamiento y comprensión de otras realidades, diferentes y ricas, que, a su vez, nutren la propia y la complementan.
Me queda mucho por reflexionar sobre este tema pero, muchas veces, tengo la sensación de que nos definimos a nosotros mismos como personas empáticas cuando sólo nos acercamos al cartel que indica la distancia que nos falta para llegar ... Y es, realmente, ese tramo del camino que no llegamos a recorrer el que nos brindaría esa oportunidad de la que no gozamos.
Muxu handixe!
Quizás la empatía, como la creatividad y tantas otras cualidades, se posean realmente cuando se es consciente de su posesión e influencia en nuestra manera de vivir. La falta de consciencia de estas cualidades lleva, las más de las veces, a ocultarlas o a contrarrestarlas con nuestros miedos. Espero poder seguir y continuar disfrutando de esas reflexiones Marta. Un beso.
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