Comenta Thich Nhat Hanh que el miedo es consustancial al vivir porque está íntimamente relacionado con la permanente posibilidad de dejar de hacerlo y que esta posibilidad nos amenaza a lo largo de toda la vida desde el momento en el que nos damos cuenta de que no nos bastamos a nosotros mismos para seguir existiendo.
Es ahí, dice el monje, en la terrible posibilidad de perder aquello de lo que dependemos, donde se halla la génesis del miedo y donde nace, en su estado más puro, la madre de todos los deseos: poseer aquello que nos permite sobrevivir.
El maestro advierte que el niño que fuimos, con su miedo primordial y su consecuente deseo, sigue vivo en nuestro interior a lo largo de toda nuestra vida y que normalmente solemos invertir nuestro presente en construir un futuro en el que todavía resuena el eco de aquel miedo genuino y del primer deseo que se crió en él.
También habla del carácter hereditario del miedo y concreta que una porción de este temor nace ya con nosotros como parte del legado ancestral con el que nos han regalado nuestros antepasados, como ya vaticinara graciosamente Jack London a principios del siglo pasado, en una de sus novelas, a propósito de algunos de nuestros sueños comunes:
“La posibilidad de caerse de los árboles era una continua amenaza para nuestros antepasados de modo que cuando tú y yo, lector, durmiendo o adormecidos, nos caemos a través del espacio y nos despertamos súbitamente, a la conciencia normal, fatigados, en el instante mismo en que habíamos de chocar contra el suelo, no hacemos más que recordar lo que les sucedió a alguno de nuestros antecesores arbóreos que no murió por ello...”
Alguien dijo alguna vez que “el verdadero poder del diablo radica en que nadie cree en él” y parece como si de igual modo, el miedo manipulara continuamente la percepción y asesorase a las decisiones, oculto bajo alguno de los muchos calificativos con el que se le suele diluir en sus diversos campos de aplicación.
Disolviéndolo en sentimientos como los celos, la envidia o la admiración, la verdadera identidad del miedo pasa desapercibida y escapa a nuestro alcance distrayéndonos en inocuas batallas que se libran en la superficialidad con la que ese temor se destila en el día a día de nuestras relaciones. De esta manera y gracias a su invisibilidad, el miedo logra convivir junto a la más inocente de nuestras ilusiones.
Del mismo modo, en las estructuras de mando, en los impedimentos que siempre ha habido por delegar, en la reticencia a establecer mecanismos de participación, en la torpeza con la que se comunica, en la dificultad para confiar, en la obsesión casi rayana con la enajenación por el control o en la dificultad por abandonarse a la imaginación es imposible no adivinar la sombra que el miedo extiende sobre las organizaciones y cómo inspira muchos de los propósitos y decisiones de los que las dirigen.
La influencia del miedo en el sistema de creencias de cada uno, su incidencia en la toma de decisiones y la facilidad infecciosa con la que aviva el miedo de los demás, no debiera pasar desapercibida en los programas de formación para directivos.
Tal y como aconseja un padre a su hijo en Apocalypto: “El miedo es una enfermedad y se mete en el alma de quien lidia con él, ya ha contaminado tu paz, no lo lleves a nuestra aldea”.
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Ilustración de Arthur Rackham para The Wonder Book.
Suelo huir de los plurales porque cosifican (mujeres, hombres, emigrantes, consultores…) pero hay conceptos y palabras, como la que da título a tu reflexión, que necesitan ser despojadas de su singularidad. Aunque el miedo ha sido una herramienta precisa, y muy efectiva, para sobrevivir no lo es para Vivir. Conviene ir al despiece para reconocer “los miedos” y conversar con ellos. No (siempre) se les puede vencer, pero un pacto puede ser útil: “no te pongas delante, mejor a mi lado o incluso detrás y hasta me puedes servir de impulso…controlado”.
ResponderEliminarEl problema de no hacer los deberes mientras la luz está encendida es soportar cómo nos manipulan en los apagones: "nos regalan miedo para vendernos seguridad". Todo empieza tal cual esa magnífica la conversación del vídeo :-)
Quizás tengas razón, ya se sabe que en estos temas a cada uno se lo maneja como sabe o como puede. A mí me sirve la idea de una angustia original que se transfiere a diferentes situaciones adquiriendo para cada una de ellas un calificativo distinto. Incluso, como esbozo en el post, creo que esta diversidad de identidades impide que el miedo sea abordado en esencia, sin haber de vincularlo con nadie ni con nada, tan sólo con uno mismo y con la propia realidad. De hecho no creo que se llegue a producir miedo sino que lo que ocurre es que se le invoca para que emerja de aquella caverna en que la razón lo intenta mantener a raya. Creo que la mejor manera de afrontar el miedo es reconocer aquello del que procede: la caducidad de todo y la propia finitud.
EliminarMuy afilada y sugerente con lo de “nos regalan miedo parea vendernos seguridad” y la metáfora del apagón. Me la apunto ;-)
Un abrazo Isa!
Sin duda conviene conversar con ellos antes que tratar de evitarlos. Al fin y al cabo todo los miedos son miedos a nosotros mismos, a la sensaciones, las emociones, a los recuerdos o las posibilidades que imaginamos cuando estamos ante ellos. Enfrentarnos a costa de todo a nuestros miedos es una guerra civil, una lucha contra nosotros mismos. Y las guerras civiles dejan muchos muertos en las cunetas.
EliminarTal vez el problema principal no radique en sentir miedo, algo tan humano, tan sano e inevitable tantas veces, sino en no permitir que nos manipule y – como tan bien dice Manel- asesore a nuestras decisiones. Por eso Isabel, me parece tan acertado esto que dices de conversar con ellos, de hacerles un lado, y no dejar que sean ellos los que vayan delante, marcando tu camino o tu ritmo, sino acompañándonos hacia el objetivo que uno mismo habrá de elegir, según los propios valores y prioridades. Se trata de hacer ese recorrido acompañado por los propios fantasmas, lo que muchas veces permitirá que el miedo se transforme en experiencia y así, sin haber desaparecido, acabe teniendo un significado y una función diferente en la propia vida, en la propia empresa.
Me ha gustado mucho tu entrada Manel, creo que tu última frase ( “La influencia del miedo en el sistema de creencias de cada uno, su incidencia en la toma de decisiones y la facilidad infecciosa con la que aviva el miedo de los demás, no debiera pasar desapercibida en los programas de formación para directivos.”) es clave y abre muchas preguntas, muchos caminos para los que nos dedicamos a estas cosas de la consultoría o la formación.
Buen día.
"Enfrentarnos a costa de todo a nuestros miedos es una guerra civil". Anotada :)
EliminarPoner al miedo en “nomina” y sumarlo al proyecto personal para que rinda y añada valor en términos de autoconocimiento, contención y crecimiento. Una buena manera de enfocar el tema y una muy buena orientación la que proponéis Isabel y tú, Manuel. Ambos apuntes amplían y complementan el abasto de este post.
EliminarComo le decía a Coralí [comentando al final], últimamente soy más sensible a este otro miedo que asume el poder, recluta la voluntad de las personas y que tan a menudo vemos hoy aquí o allá. Observo como infecta las estructuras de poder y adquiere la dimensión de una pandemia inadvertida. Este miedo no permite crecer sino que, al contrario, empequeñece y hace emerger lo más mezquino y miserable de la condición humana. No puedo evitar pensar que se trata del verdadero responsable de la penosa situación en la que están inmersos tantos grupos humanos, a nivel de organización o de país.
Gracias Manuel, un saludo cordial!
@Isabel: Sí, la metáfora de resolver el miedo y gestionar la memoria histórica exhumando a nuestros muertos de las cunetas y dándoles digna sepultura es una buena manera de visualizar la conveniencia de no negar nuestros miedos e integrarlos en el todo.
EliminarExcel·lent post, Manel.
ResponderEliminarVaig llegir en algun lloc que una de les pors més ancestrals que arrosseguem quan neixem és la de ser devorats per les rates, cosa que sembla era freqüent si deixaven els nadons sols. D'aquí la necessitat dels nadons de dormir acompanyats per l'escalf i el contacte dels cossos dels pares.
Sempre he tingut clar que les pors condicionen tots els nostres actes, tant individuals com socials.
Gràcies Jesús! Interessant aquesta por ancestral...ens ho passaríem bé tu i jo a la vora del foc, una nit d’hivern, explicant-nos coses... ;-) Els músics en sabeu molt de la por i, en general, de tot allò que ens fa humans...
EliminarUno de mis temas favoritos Manel. El miedo, una emoción que me ha permitido, y aún me permite, aprender en la vida. :-) Sin él, probablemente, hoy no sería quién soy. Así que, le debo mucho.
ResponderEliminarYa te digo, ¡almas gemelas! ;-) No relacionaba el miedo contigo, debe ser porque llama más la atención lo valiente, como este fragmento de intimidad con la que obsequias. Gracias!
Eliminar:-)
ResponderEliminarComo siempre gracias! Justo últimamente estoy leyendo sobre el miedo, en un libro que encontré de casualidad y que me está regalando interesantes momentos de lucidez e introspección, se llama "De la codependencia a la libertad: cara a cara con el miedo" (Thomas O. Trobe) Una de las cosas que más me llama la atención es algo de lo que tu hablas ¿de dónde procede ese miedo? Ese susto que provoca la sensación que arrastramos desde bebes de que si algo nos falta podríamos no sobrevivir...¡me alucina la intensidad de esto! Me quedo con mucho gusto con la idea de que es mejor darle su propio espacio y no dejar que se enrede o se "disfrace" entre otras emociones, a mi al menos me resulta más útil así. Un abrazo fuerte!
ResponderEliminarLo que estamos comentando me recuerda un poco a uno de los mensajes que se desprenden de “El Cuento de Navidad”, de Dickens, cuando el espíritu del futuro coteja el miedo de Scrooge con la inevitable finitud de su vida y la inviabilidad de seguir poseyendo nada después de la muerte. Es a partir de aquí que sobreviene la liberación.
EliminarSí, también me parece más útil responsabilizarme de mi propio miedo. Un abrazo Ángela.
Nuestra piel no es la del dragón. Es vulnerable. La vida es así de puta: nos pone cosas bonitas y nos las quita, sin más. Y debemos aprender a vivir sabiendo esto.
ResponderEliminarSer consciente de la posibilidad de pérdida me hace ser más consciente del valor de las cosas.
Y ese miedo a perder lo que poseo me hacer saber de mi fortuna por tenerlo, también.
En el mundo de las emociones no existe el tiempo. Y el miedo siempre vuelve ... y se desparrama como un fractal por nuestra vida, en un instante, si le dejas.
Para mí es importante ponerle nombre para hacerlo visible y darme permiso para sentirlo y poder, así, manejarlo. Y manejarme en él.
Acunaré a mi niña, cada vez que llegue el miedo. Y la reconfortaré con palabras y caricias y le daré ese permiso, para que pueda mirar de frente a ese miedo y reconocerlo ... y actuar (o no) en consecuencia.
La vida es, también, así de linda. Y la maquillaré cuando quiera y como quiera, pero sabiendo de su belleza real, sin maquillaje.
Tan linda como la imagen que has elegido :)
Gran apunte el que dejas en este post Marta, natural y limpio. Una buena observación la tuya: la vida va con sus límites, amarla es conocerlos. Afortunada tu niña con esta ama… ;)
ResponderEliminarLa por per a mi és de vegades un repte... En el sentit que sentir por en algunes situacions en dóna al·licient per descobrir, aprendre, aventurar-me, conèixer.
ResponderEliminarHe de reconèixer, però, que la por em fa por! Valgui la redundància, però és així. D'altra banda, una vegada he fet front a la por i he mirat de superar-la (cosa que intento fer sempre que m'és possible) em sento molt i molt bé.!
Fas be en recordar que la por també suposa una manera de confrontar-se amb una mateixa, conèixer-se i créixer. És important destacar, com be dius, els aspectes positius d’estar per sobre de la pròpia por i utilitzar-la. Hi ha una altra por, però, que supera les nostres defenses i ens infecta fins posseir-nos i governar les nostres decisions, aquesta por es com una malaltia que pot arribar a crear pandèmia sense que ningú se’n adoni. Amb aquesta por ningú aprèn ni creix, ans al contrari, empetiteix i fa sorgir el més miserable i mesquí de la condició humana. No puc deixar de pensar que aquesta por es la responsable de la pèrdua d’alegria i de la penosa situació en la que es submergeixen tan sovint els grups humans tant a nivell d’organització com de país... Una abraçada Coralí i bones festes!
EliminarPlenament d'acord, Manel, però també m'agradaria pensar que podem intentar els possibles perquè aquestes pors no ens envaeixin al nivell que ho estan fent. Hem de poder no permetre que la por ens destrueixi la vida o que ens faci menys humans.... Ostres quin tema que has escollit per aquestes dates....!
EliminarEspero que passis unes bones festes! Una abraçada! i aviam si et veiem algun dia per la Garrotxa!! ;)
Yo siempre me he tenido por alguien bastante miedoso y cobarde. Con el tiempo he aceptado que no debo agobiarme por ser así. Pero durante mucho tiempo pensé mal de mí. Disculpa la confesión, pero me ha venido al pelo tu reflexión. Creo que muchas veces es positivo desmitificar el miedo. A fin de cuentas, es instinto de conservación, supongo.
ResponderEliminarUn abrazo, Manel. Disfruta de estos días.