domingo, 25 de mayo de 2014

El reto de llegar a ser como la calle


No hace tanto que las organizaciones eran las placas de Petri que reflejaban los estratos, jerarquías, relaciones y mecanismos desde las que entender lo social.

Por esos tiempos, las organizaciones también eran el lugar por excelencia en el que obtener la información que necesitábamos así como aquellos recursos y tecnología para gestionarla. La oficina era el escenario donde estaba el ordenador, teníamos conexión, recogíamos el correo, podíamos hacer la fotocopia y hallábamos desde el papel hasta el clip que necesitábamos para sujetarlo.

Incluso, las primeras conexiones domésticas y el teletrabajo no consiguieron desplazar el marco de relación que se daba dentro de la organización y que se oponía abiertamente al supuestamente aislamiento desértico y autista de los que preferían confinarse y trabajar en casa.

La organización era por aquel entonces, el marco ideal en el que podía encontrarse un calco en miniatura de lo que cabía esperar en la calle y era el lab en los que algunos de nosotros investigábamos y encontrábamos respuestas a la complejidad de los sistemas humanos.

Pero en poco tiempo han cambiado radicalmente las cosas. El momento actual ha tomado la forma de una curva muy cerrada donde la calle ha cogido la delantera y deja velozmente atrás la posición vanguardista que siempre ocupó la empresa en cuanto a foco de actividad e inspiración psicosocial. Un aspecto que hay que tener en cuenta ya que no es ajeno a los desafíos o, como a veces prefiere verse, los nuevos problemas con los que se enfrentan las organizaciones.

En los últimos diez años, la tecnología que posee una importante mayoría de personas es superior a la que se le suele ofrecer en el marco de la empresa tipo y nada indica que aquellas organizaciones que han optado por desarrollar políticas consecuentes para que los empleados vayan con sus propios dispositivos y puedan trabajar con ellos [bring your own device (BYOD)] dejen de ser la excepción que confirma la regla.

Hoy en día es un hecho comprobado que muchas personas gozan de mejor y mayor conectividad en sus espacios privados de la que les ofrecen sus entornos laborales. Éstos,en cambio, siguen invirtiendo en desarrollar sistemas de información acompañados de mecanismos inmunológicos con el propósito de controlar los accesos y desconectar a las personas de cualquier re[d]lación que no sea endogámica y claramente productiva.

El carácter orgánico, multidireccional, serendípico y vivo de la conversación que puede darse en la calle contrasta abiertamente con la linealidad estructural y la comunicación normalmente vertical de la gran mayoría de las organizaciones, las cuales siguen conduciéndose de manera más o menos torpe e inoportuna a través de canales radiales, formales y rígidos.

El bottom-up social que ha surgido al margen de autoridades y organismos para hacer frente a problemas acuciantes y graves de índole social, económica y política, no sólo ha puesto de relieve la inoperancia y obsolescencia de las formas de gobierno de siempre, sino que destaca la capacidad de organización y colaboración de la ciudadanía así como la importancia que en ello juega un liderazgo basado en la participación, compromiso y confianza en las personas.

La calle es, hoy en día, el verdadero laboratorio donde se conceptualizan, prototipan y se ponen a prueba las posibilidades de los grupos humanos conectados y organizados y es en ella donde se muestra la potencialidad y capacidad de las personas a la par que se hace visible el concepto liliputiense que de ellas ha tenido siempre la empresa.

El desarrollo evolutivo de la empresa no es lo suficientemente rápido como para adaptarse y sacar provecho de la tecnología, conectividad, valores y liderazgo apreciativo que conocen y esperan muchas personas, y esa falta de adaptación hace visible los valores, miedos y obsolescencias que determinan la cultura y los sistemas de las organizaciones y para las que, el principal reto, hoy en día, debiera ser el abrir sus puertas y llegar a ser como la calle.



12 comentarios:

  1. Hola Manel:
    Esta "inactividad" de las organizaciones, que viajan a otra velocidad que la evolución de la calle, ¿no puede llevarnos a una situación de falla evolutiva, que puede además verse agravada por la no incorporación de nuevos miembros en los equipos con nuevas ideas, nuevas miras, nuevas tendencias y más actuales?.
    No se si nuestros dirigentes/directivos visualizan el mismo futuro incierto, que al menos desde mi perspectiva, se ve.
    Un placer leerte.
    Saludos.

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    1. Preocupante sí, la falta de regeneración de algunas organizaciones. Este fenómeno que describo aquí es extraño porque las mismas personas [directivos o no] que están dentro también vienen de fuera y entran y salen cada día. Creo que lo que se visibiliza en esta época son las culturas y la manera con las que estas atenazan a las personas. Las culturas con sus valores hacen emerger, en las personas, aspectos insospechados que se ignoran en otros entornos…una característica más de nuestra complejidad. Personalmente creo que esta situación es uno de los determinantes que acelerarán la transformación de las organizaciones, éstas, lo quieran o no, respiran calle y esto en algún momento u otro ha de tener sus efectos. El cambio, como siempre, no se provoca sino que se acompaña. Un abrazo company, hasta pronto.

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  2. "Hoy en día es un hecho comprobado que muchas personas gozan de mejor y mayor conectividad en sus espacios privados de la que les ofrecen sus entornos laborales."
    "la tecnología que posee una importante mayoría de personas es superior a la que se le suele ofrecer en el marco de la empresa tipo "
    Hay días que me entran ganas de irme a mi casa a trabajar, mi conexión es mejor y más rápida ... no se en otros ámbitos, pero en el mio la sensación es de "corsé" apretadito ... XD

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    1. Esta misma sensación la recojo a menudo. No están los tiempos para renovar equipos. Es mucho más probable que cada cual tenga su propio kit al día. Algo que debiera tenerse en cuenta y normalmente se pasa por alto poniéndole puertas al campo. El control con el que se reprime o se inhiben ciertos aspectos que ya se consideran “consustanciales” hace mucho más visible una desconfianza y unos estilos que han existido siempre pero que se notaban menos. Un abrazo Juana.

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  3. Le va bien una frase que decías no hace mucho, aunque en otro contexto, porque la mayor parte de las organizaciones necesitan aprender a tener “tolerancia a la duda crónica que se utiliza para rastrear”. Entretanto la ciudadanía va “llenando las calles de conversaciones” (preciosa expresión de Juan Urrutia).

    Tu reflexión tiene además una lectura especial con el resultado electoral de ayer porque a pesar del hastío y el cansancio de la ciudadanía, se empieza a visualizar la capacidad de organización y participación, de otras formas de hacer y comprometerse. Preciso reto Manel: “abrir puertas y llegar a ser como la calle”. Es la importancia del espacio público y los “no lugares”. Un abrazo.

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    1. Ya lo hemos hablado muchas veces, Isabel. A mí lo que me está inspirando es lo que sucede en la calle, al menos en mi entorno. Hace un par o tres de años que el carácter orgánico de la calle está dando pistas de lo que pueden llegar a hacer las personas en las organizaciones si estas se adaptan y crean condiciones menos lineales. Es una cuestión de adaptación sólo que esta vez es a la inversa ;) Un abrazo y gracias por comentar.

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  4. Julen nos ha recomendado este post y, como tenía un rato, aquí va...

    Sugerente, Manel. Como indican también algunas personas comentaristas, la conectividad fuera de la empresa es, en muchos casos, y a diferencia de lo que ocurría por norma general antes, superior a la que se da dentro de las organizaciones. En este sentido, completamente de acuerdo contigo en el dibujo de organizaciones cerradas que haces. Y en el reto que les planteas. Por aquí también tratamos de ayudar a las organizaciones a que 'se abran'.

    De todas formas, y cambiando algo de perspectiva, mi sensación es que, a pesar de loables iniciativas como el software libre, el individuo no controla el medio que le permite la conectividad y, por tanto, ésta es a su vez una forma de liberación y conexión con otros (hacia fuera), pero también de dominación por parte de otros (desde fuera). Aquí creo que tenemos un reto (social-societal) muy importante: el dominio 'bottom-up' de la(s) herramienta(s) que nos permiten la conectividad.

    Por otro lado, cuando hablamos de la calle como espacio de encuentro, me surgen mis dudas. La calle es un concepto muy difuso, que puede ser lugar para la reunión pero también de la más absoluta soledad aun en presencia (real, virtual...) de otras personas... La calle junta a las personas que quieren juntarse, pero no a las que se tienen miedo, que desconfían entre sí... La calle como expresión del espacio público, de la comunidad, necesita que nos miremos de otra manera, que nos sintamos de otra manera, que nos queramos de otra manera.

    Muchas gracias por tu post y un abrazo, Manel,

    Maite

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    1. Gracias a ti por esta aportación Maite! [le pediré a Julen que me recomiende más a menudo..;-)]. Suscribo el reto que planteas y también percibo la falta de control sobre los hilos de los que depende gran parte de nuestra conectividad. Aun así la lección sobre las posibilidades no tan sólo está detectada sino que se ha aprendido y tiene mucho que ver con el salto cognitivo y las nuevas expectativas sobre la manera en la que se puede ser y estar.

      Conecto también con tus dudas y con esa idea de la calle como un lienzo en el que pueden dibujarse diferentes situaciones y en el que siempre está todo por dibujar. Hablo de la calle como ese espacio anárquico que está afuera [ya sabes], quizás por eso llama la atención que en su adustez puedan darse formas tan singulares como algunas estamos observando hoy en día [formas de colaboración, sistemas asamblearios, etc] y que indican lo que las personas esperan ya o esperaran en breve de espacios “más domesticados”. Me gusta esto que dices al final de que “la calle como expresión del espacio público, de la comunidad, necesita que nos miremos de otra manera, que nos sintamos de otra manera, que nos queramos de otra manera”, creo que sí, que se nos exige que ponganos coto a nuestra individualidación imparable y que nos mezclemos con quienes y con lo que nos atañe.

      Un abrazo, Maite.

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  5. manel… me ha gustado muchísimo la metáfora (y la realidad, claro) de la calle. Espacios abiertos y sobre todo eso que dices de: "… El carácter orgánico, multidireccional, serendípico y vivo de la conversación que puede darse en la calle contrasta abiertamente con la linealidad estructural y la comunicación normalmente vertical de la gran mayoría de las organizaciones…"

    Lo vivo frente a lo rutinario es algo que me hace pensar que tanto proceso, tanto formalismo matan las relaciones. Y si algo tiene la calle es precisamente la posibilidad de crear, generar y desarrollar relaciones que después, si es posible, sigan fructificando.

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    1. Estamos comprobando que lo que somos capaces de generar en espacios libres a partir de aquello en lo que creemos y que queremos es muy superior a lo que se ha conseguido a través del management tradicional. En cierta manera tenemos las claves y conocemos los bloqueos. Un abrazo Juanjo!

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  6. La calle es espontánea. Les aterroriza.
    La calle es impulsiva. Les da pavor.
    La calle es inquieta y genera preguntas. Y no hay guión, en la calle. Así que no saben responder y no lo hacen.
    Es ruidosa. Y sucia. Y miserable. Y brilla de ilusión entre apagones y cortes de luz.
    La calle es imprevisible y descontenida. Late, grita, ríe y llora, suda, acoge y acaricia y golpea.
    La calle es tiempo que ellos llaman perdido. Tienen horarios.

    La calle, mi calle, no entra en su maldito plan urbanístico de papel. Necesita algo flexible, poroso. Como la piel.

    Por eso crea, la calle. Por eso es grande y rica y genera posibilidades.

    En cada cruce colocan su señal: CALLE CORTADA.
    Y no es por obras.

    Me llevo la calle puesta, donde vaya. Y eso me convierte en un barrio conflictivo, que cantaba Barricada, en sus planos.
    Y, como ella, tengo mis momentos.

    He dejado pasar unos días ... prefiero comentar desde la melancolía ;)

    Volveremos a hablar de ésto, verdad? En otra calle, otro momento, ...

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    1. Calles ha habido siempre, ahora la calle ha levantado la cabeza y tomado consciencia de sí misma, de dónde está y de dónde quiere estar. Sí, volveremos a hablar de esto en otro momento…

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