domingo, 1 de junio de 2014

De los espacios a los sistemas de coworking

Las personas construyen las culturas y las culturas determinan, a su vez, cómo son las personas. A partir de esta premisa básica, es obvio deducir que culturas distintas generan y son el reflejo de personas también diferentes.

Ésta es una de las tesis a partir de la cual Almudena Hernando teje su fantástica aportación sobre la construcción sociohistórica del sujeto moderno y en la que señala la importancia que ha tenido y sigue teniendo la individualización en la cultura occidental. Una cultura que cifra gran parte de sus logros en la creación de espacios personales a partir de objetos individualizados que, a través de su uso continuado, contribuyen a su vez a la individualización creciente de las personas.

Un hecho que, aunque sea más visible recientemente por el espectáculo que ofrecen grupos enteros de personas aisladas entre si y capturadas por sus smartphones, ha estado siempre ahí desde el momento en que, compartiendo mesa, lo hacemos con un plato y cubiertos propios o nos rociamos con perfumes y desodorantes para hacernos tolerar y soportar la cercanía o el contacto de cualquier persona extraña. Unas expectativas y unos comportamientos que parecerían, como mínimo, extraños, a otras personas de otras culturas donde el contacto personal o el compartir la comida de un mismo recipiente forma parte de la manera de sentirse protegido, acompañado y realmente a gusto.

Hace unos años, Yochai Benkler anteponía a la clásica concepción basada en la teoría del gen egoísta, investigaciones recientes donde se demuestra que, contrariamente a lo que se ha venido creyendo, la evolución humana se ha realizado sobre la selección de aquellos individuos colaborativos frente a los competitivos y que estos últimos habrían obtenido peores resultados en todos aquellos aspectos clave implicados en la supervivencia.

Estas teorías han sido refrendadas por los avances en el conocimiento del cerebro humano en el que ya se han localizado zonas específicas que intervienen en la comprensión del comportamiento de otros individuos, que permiten percibir como propias las sensaciones que puedan estar experimentando otras personas y que son determinantes en el aprendizaje humano. Estos descubrimientos están arrojando una luz intensa sobre el sustrato fisiológico y neuropsicológico de la inteligencia colectiva y del impulso que mueve a la colaboración entre las personas.

Pero después de todo lo dicho, el hecho de que exista una base biológica para la colaboración no implica que ésta aparezca invariablemente, que surja espontáneamente a la menor oportunidad y ni tan sólo que llegue a darse en algún momento de la relación.


Enterrado en capas y capas de cultura tradicionalmente individualizadora, el impulso colaborativo puede permanecer paralizado, algo que recuerda a lo que ocurre con reflejos como el de succión, el de Babinski o incluso la Sinergia de Moro, que siempre han seguido allí, sepultados en materia gris, tal y como lo demuestra el que vuelvan a aparecer en los estadios más involutivos de la demencia cuando la persona es explorada y debidamente estimulada.

Es cierto que, a diferencia de estos reflejos primarios, nuestro escenario actual ha puesto a prueba nuestra capacidad de colaboración y ha demostrado hasta qué punto esta potencialidad es capaz de cobrar forma y traducirse en la multitud de experiencias y proyectos de índole colaborativa que se han dado de manera espontánea en nuestra sociedad para hacer frente a situaciones difíciles. Pero esto no permite suponer que se dé en la misma intensidad cuando se relaja la atmosfera y se cierne sobre nosotros una cultura que sigue cifrando el progreso y el éxito en función del grado de individualización y autonomía al que llegue la persona.

Los espacios de coworking, a diferencia de los hoteles o los viveros de empresa, son espacios pensados para ir más allá de proporcionar unos precios asumibles, incubar un proyecto profesional bajo la atenta mirada de personas expertas o abandonar el aislamiento de trabajar en casa. El coworking tiene entre sus propósitos el de facilitar la colaboración entre los profesionales allí reunidos en todos aquellos aspectos en los que podemos descomponer lo que algunas personas llaman trabajo y otras prefieren denominarlo proyecto profesional.

Compartir un mismo espacio quizás no sea una de las variables necesarias pero sí que es un factor que facilita de manera muy potente la relación entre las personas y por ende el conocimiento mutuo, el establecimiento de relaciones de confianza y la colaboración. Y más cuando este espacio es diáfano, libre de obstáculos y se preocupa por habilitar escenarios que provoquen encuentros entre las personas que lo habitan.


Pero la colaboración, tal y como se desprende de todo lo que se viene diciendo en este artículo, no es tan sólo un tema de espacios. En nuestra cultura occidental tenemos la tendencia aprendida y sabemos perfectamente cómo aislarnos en multitud. Para hacer emerger la colaboración de una manera habitual y efectiva se requiere, además, de un sistema que la muscule y permita definirla de entre las telas y vestidos que tienden a disimularla. Viene a ser, por encontrar un ejemplo sencillo, como marcar bíceps, cualquier persona los posee pero sólo lo percibimos en aquellas personas que se esfuerzan e invierten tiempo y paciencia en desarrollarlos.

Para contrarrestar la inercia a la individualidad, los espacios de coworking han de crear sus propios gimnasios de la colaboración y ofrecerlos como el valor más importante a aquellos profesionales que trabajan en ellos. De la misma manera que han de buscar el compromiso de estos mismos profesionales en contribuir activamente al sistema de colaboración del que también se sirven.

Un sistema de coworking puede [debiera] ir más allá de la participación espontánea en proyectos conjuntos y ampliar la colaboración a todo el espectro del proyecto profesional estableciendo, por ejemplo:

  • Mecanismos de co-vigilancia que fomenten la observación colaborativa del entorno y una curación de contenidos que responda a las necesidades de los coworkers.
  • Mecanismos de co-prescripción que permitan ampliar la oferta de servicios a través de las diferentes redes de relación.
  • Escenarios para la transferencia de conocimiento y metodologías de trabajo.
  • Escenarios de innovación que favorezcan la serendípia y faciliten la hibridación y la co-creación de productos y servicios.
  • Mecanismos que integren la diversidad de especialidades para potenciar el acceso a proyectos de especial complejidad.

Lo ideal es que este sistema sea creado, seguido y valorado con la participación de los mismos coworkers y que responda, como cualquier cosa que aspire a ser útil, a criterios de sencillez y de factibilidad ajustándose a las posibilidades de sus integrantes y manteniéndose en un beta-orgánico que lo permita madurar y adaptarse a las diferentes situaciones y voluntades que vayan emergiendo en el colectivo.

Algunos pueden ver en ello un esfuerzo más que sumar al desarrollo del propio proyecto profesional y es cierto, supone necesariamente un plus que añadir a la cotidianeidad. Pero nuestra historia evolutiva y la experiencia avalan de sobras esta inversión, tan sólo se trata de confiar en ello y comprobarlo.


----
La foto superior lleva por título A monday washing [NYC, 1900], desconozco la autoría así como la de la que le sigue. Ambas son impresionantes.

La foto inferior fue tomada en el transcurso de una charla sobre colaboración, innovación y emprendizaje a la que fui invitado por Laia Benaigues Monné, impulsora del espacio de coworking Espai La Magrana que se halla en Valls [Tarragona].


16 comentarios:

  1. Hola, Manel... haces unos post tan compactos en contenido intelectual y referencias que asusta un poco dejar un comentario... la verdad.

    En fin, una gozada leerte y me parece una bomba sintéticamente buena la que propones al cierre de tu post que copio y pego:

    Mecanismos de co-vigilancia que fomenten la observación colaborativa del entorno y una curación de contenidos que responda a las necesidades de los coworkers.
    Mecanismos de co-prescripción que permitan ampliar la oferta de servicios a través de las diferentes redes de relación.
    Escenarios para la transferencia de conocimiento y metodologías de trabajo.
    Escenarios de innovación que favorezcan la serendípia y faciliten la hibridación y la co-creación de productos y servicios.
    Mecanismos que integren la diversidad de especialidades para potenciar el acceso a proyectos de especial complejidad.

    Vale... ¿dónde hay que apuntarse? ¿por dónde empezar? ¿con quién? ¿qué riesgos evitar?... En fin... ojalá vivieras en el País Vasco... seria más fácil... creo ;-D

    Gracias Manel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti Azucena! :-) Entre tanta referencia siempre hay algun resquicio donde se cuela el aire o al menos esta es lla sensación que me genera esta duda perenne que arrastro conmigo ;-)

      Tus preguntas son las mías también, claro.. però siempre digo que si miramos después de habernos subido al carro es más probable encontrar complicidades que si lo hacemos antes. Espero que este “ojalá” tuyo funcione como un encantamiento que me lleve a vuestras costas pronto y así poder compartir con vosotros. Un abrazo!!

      [Disculpa la tardanza en contestar, voy un poco liado y tengo la conversación pelo abandonada...:-(]

      Eliminar
  2. Puede ser que queramos todo y que estemos rizando el rizo. Individuo y colectividad entran en conflicto. Cada cual quiere su parte. Barry Wellman, un tipo de la Universidad de Ontario, en Canadá, ha escrito bastantes cosas sobre el "individualismo en red". Al final resulta que a lo mejor solo renunciando a algo conseguimos lo que queremos. Cuando queremos todo, lo uno y lo otro, entonces empiezan la tensión. Y al final, como no conseguimos "todo", quedamos insatisfechos. Por meter un poco de humor, a lo mejor no podemos estar a setas y a Rolex :-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Está claro que compartir supone renunciar a parte de la propiedad y quizás por eso esté por todo plagado de pseudocompartidores, porqué en el fondo, muy en el fondo puede que también se busque apropiarse del calificativo sin ceder nada a cambio ;-) No me creo que el compartir este tan extendido como se dice [aunque también creo que se da mucho más que antes] y no tengo claro que haya venido para quedarse o sea tan sólo un recurso coyuntural contra la crisis.

      Busco a Barry Wellman y leo sobre el tema. Gracias Julen y siento haber tardado en responderte, ando algo liado y no encuentro tiempos… Un abrazo ;)

      Eliminar
  3. Hola Manel!
    Fantàstica aquesta entrada! Quanta, i profunda, informació!
    De tot el que comentes, la idea que em sorgeix és la robustesa de la construcció social i cultural de la individualitat. És cert que són molts els investigadors que demostren una base biològica dels humans cap a la cooperació i no pas cap a la competició (la setmana passada, un dels principals etòlegs del món deia això a La Contra: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20140530/54409446476/el-altruismo-y-la-ayuda-mutua-son-ley-entre-muchas-especies.html), però, en canvi, el nostre dia a dia ens nodreix d'exemples que van en la direcció oposada.
    Em sembla, doncs, que per canviar actituds d'aquesta mena ens calen exemples i actituds que ens empenyin a treure allò que tots tenim a dins, i que siguem capaços de vèncer aquestes construccions culturals tant intenses que ens aïllen i eliminen el potencial de la intel·ligència col·lectiva, els valors de la cooperació, etc.
    Tant de bo, exemples com els espais de coworking vagin en aquesta línia, i no es quedin en mers titulars que a la pràctica es desvirtuen.
    Una abraçada!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cert Xevi, penso que l’individualisme cultural té un poderós efecte tractor que perd o guanya força depenen de si hi ha o no situacions de perill on deuen sorgir aquells reflexes col•laboratius atàvics que tenim com a espècie. D’altra banda els efectes de la col•laboració són molt necessaris avui en dia i no tan pels seus efectes econòmics como per la salut social que afavoreix, d’aquí el fet que cregui que s’han de “muscular”. La idea d’aquest post es pot traslladar a les organitzacions per articular la famosa transversalitat de la que sempre es parla.

      Gràcies per l’enllaç, Xevi. Una abraçada forta.

      Eliminar
  4. Muy interesante post. Muy bueno. Enhorabuena.

    Es justamente así como funcionamos en La Colaboradora, de Zaragoza Activa: espacio de inteligencia colectiva, que gira entorno a un banco de tiempo, que logra accionar esos mecanismos que describes sin necesidad de existir una vigilancia.
    Un espacio que se autogestiona por los propios miembros en equipos de cogestión, con actividades de serendipia, "desayunos con diamantes", coformaciones entre la misma comunidad y para la ciudadanía, retos sociales.... y un largo etc etc. Todo ello en formato online pero tb offline (importante el face-to-face).

    Esto está posibilitando que se estén desarrollando unos proyectos muy potentes y creándose unos valores entorno a responsabilidad social, colaboración, nuevas formas de economía, etc.

    Invitados quedais a visitarnos cuando queráis.
    La próxima semana celebramos con un evento nuestro primer aniversario.

    https://www.facebook.com/lacolaboradora
    @lacolaboradora
    http://www.zaragoza.es/ciudad/sectores/activa/lacolaboradora/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy interesante vuestro proyecto Miriam, y todo lo que comentas respecto al sistema de colaboración que habéis desarrollado [coincido en la importancia del contacto persona]l. Anima ver este tipo de iniciativas modelo.

      Felicidades por vuestro aniversario y muchas gracias por vuestra invitación, de momento he compartido ya vuestras referencias, excelentes!. Un abrazo. Seguimos!

      Eliminar
  5. Muy bien argumentado tu post exponiendo la actual “burbuja del coworking” por así decirlo.
    Como cultura importada de EUA se ha ido implantando silenciosamente en nuestro ámbito cotidiano para instalarse con nosotros. No obstante, ¿es un recurso pasajero producto de la actual coyuntura económica? … En el resto de Europa va calando tan a fondo que incluso podría
    llegar a los estamentos públicos desbancando el modelo de empresa “ tradicional”… . A partir de ahí se nos abren un abanico de conjeturas. Desde luego el tema tiene enjundia.
    Muchas gracias Manuel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy contigo, este post hubiera podido titularse: ¿Co de compañía o de colaboración? Ya que es distinto buscar compañía para no estar sólo que trabajar colaborativamente con otros, con todo lo que ello implica. También vale la pena tener en cuenta el efecto de contener el gasto mediante el alquiler de espacios módicos, uno de los aspectos que se van notando en algunos espacios CO donde el efecto de la crisis va aflojando entre sus inquilinos… Lo que tú dices está por ver el calado de estos formatos en entornos como los nuestros y creo que el hecho de que se mantengan tan sólo como “espacios” tiene mucho a ver. La aportación de un valor CO de colaboración es probable que determine su pronóstico. A ver…

      Gracias a ti Montse por comentar. Un saludo.

      Eliminar
  6. Impresionantes las fotos, es cierto. Me emociona especialmente la primera con esas redes (in)visibles que se intuyen. Ahora hablamos mucho de compartir pero tendemos la ropa fuera del alcance de miradas externas. Es como si tuviéramos vidas y casas de escaparate.

    El post incita al comentario largo, pero no es cuestión de pasarse aquí, algún subrayado irá apareciendo en mis reflexiones. Magníficos los puntos que señalas para muscular la colaboración. Y aunque es cierto que también se abusa del término coworking, algunos funcionan muy bien. Tal vez en ese muscular la colaboración que dices cabría la riqueza del aprendizaje que podría darse entre jóvenes y mayores si nos dejamos de estúpidos clasismos. Me ha encantado la reflexión Manel. Un abrazo :-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, Isabel, usamos las palabras antes de ejercerlas, debe ser una de las características del momento esa de crearse una fama antes de ganársela [¿o ha sido siempre así?]

      Me gusta ese “tal vez” que planteas porque me lleva a una reflexión sobre cosas que constato últimamente y que se concretan en que la edad conlleva tiempo, evidentemente, pero que éste no tiene por qué correlacionar con vivencias ni con sabiduría. De hecho hay personas jóvenes que tienen más experiencias que otras mayores y hay muchísima gente que vive toda una vida sin aprender lo más básico que quizás, otras personas jóvenes, más sensibles, empáticas y autocríticas han llegado a metabolizar [¿qué piensas sobre eso?] Creo que tienes mucha razón en que hay que dejarse de estúpidos clasismos y de tópicos y en todo caso poner sobre la mesa aquello que pueda ser de interés común, sea lo que sea… Hemos de seguir hablando sobre este tema…

      Muchísimas gracias por el apunte, Isa, como siempre, sugerente. Un abrazo!

      Eliminar
  7. Me gusto mucho este post. Mi trabajo es como FreeLancer y todo los proyectos que realizo son de manera individual, jamás presencial. Tiene sus ventajas y desventajas, toda la responsabilidad recae sobre ti, es muy productivo, flexible, pero tiende a ser muy solitario. Seria estupendo poder implementar un sistema de coworking, el Mecanismos de co-prescripción y Escenarios para la transferencia de conocimiento y metodologías de trabajo serian los dos puntos clave por lo que una persona como yo cambiaria mi individualismo. Gracias por el articulo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, realmente no es tan importante trabajar sólo como poder acompañar y estar acompañado en aquellos aspectos y momentos que añaden valor. Viene a ser como tener las ventajas de los dos aspectos.

      Esto de sumar a la propia red la red de otr@s y proyectarse a través de ella puede ser un aspecto muy interesante del co-working aunque puede que sea también uno de los más “sensibles” ya que la “confianza juega un papel importante en él. De ahí que quizás se deba ir por partes y trabajar de manera secuencial, por ejemplo empezando primero por integrar escenarios y metodología de “transferencia de conocimiento y método”: hablar de qué y de cómo lo hacemos, mostrar como trabajamos, visibilizar nuestros valores, dudas, éxitos y aprendizajes impacta, sin lugar a dudas, en la confianza que despertamos en los demás.

      Gracias a ti! Me alegro de que hayas pasado y dejado tu comentario.

      Eliminar
  8. Buenas reflexiones complicadas de llevar a lapráctica. Si bien para mi es necesario hacerlo
    ejemplo: manchacentroinnova.wordpress.com

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ángel. Creo que lo más complicado es decidirse a hacerlo y dedicarle el tiempo necesario que, por otra parte, no ha de ser mucho si se aplican buenas dinámicas. Una de las claves está en implicar a l@s coworkers en la construcción de estos sistemas. Lo importante es que el sistema salga de ellos y no sea un servicio más que aporta quien ofrece el espacio. Esa relación proveedor-cliente no ayuda mucho al elemento CO. Cuéntame cómo te va con ello. Un abrazo!!

      Eliminar