Todo tiene un motivo, no hay nada que no se deba a una causa, es así; la queja también tiene un motivo que la explica, no hay queja que no tenga su fundamento, no aparece espontáneamente, no tiene una entidad propia, es una consecuencia de algo; esto hay que tenerlo siempre en cuenta, en ningún caso debemos juzgar a quien se queje como si no tuviera motivos para ello, si lo hace es porque los tiene, no te quepa ninguna duda.
Al parecer, todo tiene un papel en el orden interrelacionado de lo que existe, todo es cómo decíamos, consecuencia de algo y, a su vez, causa de algo que vendrá después. El sentido de la queja es dar a conocer la sensación desagradable que produce una injerencia sobrevenida; puede tratarse de un dolor físico, una incomodidad postural, una sensación de desagravio social, etc., las personas se quejan para exteriorizar algo que les está pasando y que no les gusta, hasta el punto de parecerles tan insoportable como para involucrar a su entorno.
Quejarse puede tener una función catártica, el dolor, independientemente de su intensidad, suele llevar a exhalar una queja en la que se espera expulsar parte de la sensación para hacerla más llevadera. También puede tener una función de aviso, de petición de ayuda, las personas pueden quejarse para reclamar atención. La queja puede ser usada también como señal para indicar la fuente de malestar, como sucede ante una exploración médica en la que se intenta localizar el orígen de un dolor o, en el terreno interpersonal y social, puede utilizarse para reclamar una reparación en lo que se interpreta como una injusticia, un desagravio, un abuso, un maltrato o una falta de respeto.
Exceptuando el caso de quejarse estando sólo, como sucede en algunas quejas catárticas en las que la persona, probablemente para encontrar alivio evadiéndose de sí misma, se convierte en sujeto y objeto de la queja, exceptuando en estos casos, decía, la queja siempre implica a otra o varias personas ya que su utilidad se basa en su capacidad de generar una alarma capaz de conmover y movilizar recursos que solucionen y pongan punto final a la situación que produce la queja.
Así pues, lo normal es que la queja implique a aquellas personas que tengan que ver con ella, ya sea por ser su fuente, porque pueden ser su solución o porque forman parte de ella. Lo que es absolutamente anormal, por improductivo, es quejarse a alguien totalmente ajeno a la causa o a la solución de la queja.
Pero que sea inútil no significa que no genere un efecto, ya que la queja tiene en su naturaleza la capacidad de turbar, de generar una tensión en el entorno que, en estos casos es difícil -por no decir imposible- de resolver por parte de aquellas personas implicadas.
Quejarse en público o a quien no corresponde es una de las microtoxicidades más frecuentes en los entornos de trabajo, cuando alguien se queja ante quien no toca, convierte la desazón, el desaliento, la crispación o el cansancio que genera su queja en el resultado final, en lo único que se puede esperar, en la finalidad que no hay más opción que soportar, con la que asentir, empatizar o haber de asumir parte de la responsabilidad, una opción que añade, al cansancio de ser usado como un objeto, el malestar de sentirse responsable sin serlo.
Quejarse a quien no corresponde, es un acto egocéntricamente infantil, un abuso de aquellas personas que se creen con el derecho a imponer su malestar, a que nadie esté tranquilo si ellas no lo están, un acto irresponsable de quien piensa que el malestar que está generando a otros, es también responsabilidad de aquella situación o personas que son motivo de su queja.
La queja es válida cuando se expresa de manera adecuada y responsable, respetando a los demás y buscando soluciones en conjunto.
#Ideaclave: Haz un uso responsable de tus quejas
- Antes de quejarte, asegúrate de que expresas tu queja ante la persona correcta y en el lugar y el momento adecuado. No tiene sentido presentar una queja en un momento en el que la persona que la va a recibir no pueda hacer nada al respecto.
- Sé claro y conciso al expresar el motivo de tu queja y no incluyas suposiciones ni juicios de valor que puedan contaminar el flujo comunicativo; céntrate en cómo te afecta y en cómo te sientes.
- Transforma tu queja en algo tratable e intenta mostrar una salida o proponer una alternativa posible que no perjudique a nadie.
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