viernes, 21 de octubre de 2011

Un recuerdo

Ésta es una fotografía de La Peña de la Gaviota, un peñasco con pretensiones de islote que se encontraba al poco de salir de Las Palmas, en la carretera del Rincón que en aquel entonces enlazaba las poblaciones de la costa norte de Gran Canaria.

Lo que hay en la cima de la roca es una casita de madera a la que se podía acceder a través de una puerta colocada en el improvisado quicio de una pared de ladrillos situada en la base de la roca y que daba a una escalera, también de madera que llevaba directamente hasta la puerta de la casita.

Si te fijas, a la izquierda, se puede distinguir como un mástil que culminaba en una polea mediante la cual mi atribulada imaginación infantil creía que el afortunado propietario debía avituallarse, lo que, sumado a la puerta cerrada y a la escalera, le daba al conjunto una sensación de funcionalidad y de habitabilidad que la hacía todavía más interesante.

La Peña estaba unida a la costa mediante un pequeño brazo de arena que desaparecía al subir la marea… ni qué decir que la imagen era fascinante, muy potente y hacía posibles las fantasías de aventura, independencia, autonomía e intimidad que un niño de ocho años creía poder conseguir en esa casita de ensueño y que más adelante llevaron a la práctica personajes como Robinson Crusoe, Tarzán o Pippi Långstrump


Hace unos días, a través de un amigo, me quedé perplejo ante esta fotografía en una mezcla de alegría y rabia por haber olvidado este recuerdo y otros que fueron emergiendo perezosamente mientras la estaba observando, como el fuerte olor de la piscifactoría que se hallaba al salir de la ciudad o aquella curva, muy cerca de donde estaba “La Peña”, en la que, la comunidad hindú erigía las piras funerarias para quemar a sus muertos ante la átona atención de los que pasábamos por ahí, algo que ahora me parece mágicamente imposible [como que los médicos fumaran en la consulta o los profesores en las aulas] y que entonces aceptábamos como aquellas cosas que son y en las que uno no se plantearía nunca intervenir.

Mientras sigo observando la fotografía, me sorprendo de lo destartalada que estaba la casa o lo cutre de la pared de ladrillos, sin ni tan sólo rebozar, que servían para encajar la puerta y me pregunto por qué todos los escenarios de mi niñez participan de esa sensación de pequeño, frágil, destartalado o decadente que tienen, por poner un ejemplo gráfico, los vehículos de finales de los 60, y no puedo evitar dejarme llevar por la ternura que me inspira el que el paso de los años empuje a estos recuerdos como a disculpase y presentarse de manera tan humilde ante la fría mirada del progreso en el que me he instalado. 

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Poco después de recuperar esa imagen de La Peña de la Gaviota me he enterado de que ya no existe y de que fue barrida implacablemente del mapa por una variante de la carretera de entonces, en fin...

14 comentarios:

  1. Tiene magia La Peña de la Gaviota, digno de la mirada y las historias de una mente infantil. Por aquí tenemos un castillo dentro del mar (aunque ahora han hecho un puente) que de niña me intimidaba tanto como me provocaba. Cuando alguno de esos instantes se cuela desde el pasado, también me produce ternura, pero una ternura llena de preguntas y de sensaciones pidiendo paso.

    Porque, como leía hace poco en un relato corto: “Los recuerdos no son objetivos nunca… Los construimos, dejamos que se llenen de polvo, los limpiamos y los volvemos a recuperar, o los desgastamos de tanto usarlos”

    Encantadora lectura en sepia para una fresca, luminosa y otoñal (al fin) mañana de viernes :)

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  2. Los recuerdos son el antes convertido en ahora, no son reales.
    Descubrí que los podía transformar e interpretar distinto, descubrí que incluso podía recordar cosas de otras personas de mi estirpe, es una experiencia bastante curiosa.
    Cuando me di cuenta de la cantidad de visiones que se pueden tener de un mismo hecho, quede fascinada con la maravilla de esto que hemos dado en llamar "mente humana" ....

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  3. Deliciosa i tendra descripció la que fas del teu record infantil.

    Els records, i més si són com aquest, submergit en les profunditats de la memòria, tenen la virtut de retornar-nos, per un moment, a qui vàrem ser i ja no som. De vegades, davant de la irrupció d’un d’aquests moments o llocs del meu passat, me n’adono que, potser no he canviat tant... afortunadament. Encara em sorprenc mirant algunes coses amb els ulls d’aquella nena que ja no tornarà.

    Gràcies per l’apunt i per les sensacions que m’has suscitat amb ell.

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  4. Aquesta foto ja l'havia vista, potser pel Tumblr... i la recordo perquè em va cridar l'atenció.
    Veritablement és un lloc insòlit.

    M'ha agradat molt com expliques la teva visita als records d'infància. Sóc fan dels teus off-topic.

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  5. @Isabel. Potente lo que evoca ese castillo, muy potente. Está bien esta percepción que traes sobre los recuerdos, me ha hecho pensar en cuánto de objetivo tendrá cualquier cosa que percibamos…ya se trate de lo que traigamos ante nuestra mirada en forma de recuerdo, ya se trate de lo que creemos que vemos…ya sabes aquello de que quizás lo real sea aquello que sucede cuando creemos que dormimos y el sueño aquello que sucede creyéndonos despiertos…en fin, que me he levantado existencial… :-P Gracias Isabel!

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  6. @Juana. Esta cantidad de perspectivas que emanan de un mismo hecho es justamente lo que me hace poner en duda de que realmente sepamos qué es real [y no incluyo tan sólo a los recuerdos], de la misma manera que quizás sea real todo aquello que creemos que cada uno de nosotr@s vemos, de ahí que esté tan segura de que creas que recuerdes hechos pertenecientes a las vivencias de otr@s. Me has hecho pensar en el primer capítulo de una novela de Jack London, “Antes de Adán” donde el autor nos refiere su hipótesis de que aquellos sueños en los que creemos que caemos no son otra cosa que el impacto que dejó en nuestros genes el susto de un primate primigenio que cayó de un árbol y, por supuesto, sobrevivió… Un abrazo Juana!

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  7. @Mònica, M’agrada aquesta visió de que la Vida es un transitar continu en el total del que vivim i del que hem viscut. D’alguna manera soluciona allò de l’enyorança i potser és aquí on radica el pesar de l’amnèsia o la fatalitat de la demència...en esborrar les possibilitats de reviure allò que ja hem viscut.... Moltes gracies Mònica pel teu comentari.

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  8. @arati. Sí, crec que la vaig compartir a Twitter. Realment la imatge és insòlita i m’agrada tenir aquest record impregnat de les sensacions màgiques que l’envolten...crec que tot això ha contribuït a la meva imaginació i al gust per lo fantàstic, o potser ha estat a l’inrevés...no sé.
    Que t’agradin algunes de les coses que vaig escrivint per aquí és un bon indicador per a mi. Gracies Judith.

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  9. M@nel, me encantan los recuerdos; casi como un valor ùnico que nos viene quedando cuando la fuerza se va con el pasar del tiempo.

    Yo tambien tengo mi "peña de la gaviota"; se llama Arrecifes, (igual que el de ustedes, por eso somo hijos de España). Me he animado a ir, a ver si la cueva tallada por el mar donde moraba el tentàculos de las leguas de viaje submarino de Julio Verne, todavìa vive allì, o quizà haya sido borrado por alguna otra carretera.
    Un abrazo,
    Alberto

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  10. @Facility manager. Espero que aún siga ahí Alberto! un abrazo fuerte, :)

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  11. + COMENTARIOS AQUI : http://www.facebook.com/photo.php?fbid=336038626486516&set=o.174771279284555&type=3

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  12. Yo recuerdo con cariño ese lugar porque mi padre nos solía decir que esa era la casa de los Reyes Magos. ¡Cuánta ilusión!

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  13. SI EL BOMBERO QUE VIVIA EN LA PEÑA DE LA GAVIOTA

    LA HUBIERA COMPRADO APUESTO A QUE ASI Y

    TODO SE LA HUBIERAN EXPROPIADO PARA ENTERRARLA.

    ESTROPEANDO ASI PARA SIEMPRE ESTE PRECIOSO PAISAJE.

    http://www.miplayadelascanteras.com/n_items.asp?id=11708&s=2&txt=reportajes&m=0

    https://www.facebook.com/pages/Pe%C3%B1a-de-La-Gaviota/68857907887


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