viernes, 15 de marzo de 2013

Los primeros momentos

Ante escenarios que reconocen como nuevos, las personas son altamente receptivas a interiorizar los parámetros, conceptos y reglas por las que se rige la nueva situación.

De alguna manera se trata de un eco de aquellos periodos críticos que determinaron los momentos óptimos de nuestros primeros aprendizajes. Se decía que esto era debido a los procesos de migración y conexión neuronal que suceden en los primeros años de vida y que determinan un periodo durante el cual los niños son altamente plásticos a los aprendizajes y en los que algunos recomendaban aprovechar para inocular idiomas o empezar el adiestramiento en algún instrumento musical. A esos periodos se les denominaba críticos ya que, a partir de un momento, se suponía que se perdía la capacidad de impronta inicial y el aprendizaje era más lento y cada vez dependía más de procesos de extrapolación y generalización de aprendizajes anteriores. No sabría decir, a ciencia cierta, hasta qué punto siguen siendo válidas esas teorías pero creo que es comúnmente aceptado que, a lo largo del desarrollo, la mente abierta de la niñez va cediendo paso, progresivamente, a la rigidez que comporta el considerar ajeno lo que no es conocido o poseer una idea preconcebida respecto aquello a lo que se está expuesto, por nuevo que sea.

Pero aún así -comentaba al principio- si las personas son conscientes de la novedad de una situación determinada, son más propensas a escuchar, a reconocer el conocimiento y experiencia de otras personas más veteranas y a integrar aquellos aspectos que contribuyan a su adaptación y confort en el nuevo escenario. Y, al igual que en la niñez, esto sucede durante un período crítico después del cual empezará la osificación de todo aquello que se haya aprendido y conceptualizado a lo largo de ese período y, esa calcificación, constituirá la base sólida sobre la que se musculará el sistema de creencias particular con el que la persona se desenvolverá en un escenario que ya no considerará “nuevo”.

Es por esto que son tan importantes los primeros momentos en una organización, ya sea en la integración a un equipo, como en el comienzo de un proyecto, como al inicio de un proceso de cambio. Porque suponen la verdadera oportunidad de aprovechar la plasticidad que brinda el periodo crítico que acompaña a toda iniciación para descubrir, reflexionar, contrastar y metabolizar los principios, motivos, valores y, en suma, toda aquella filosofía que ha de constituir el núcleo en torno al cual compartir, colaborar y aportar valor.

Desaprovechar esos momentos por la falta de sensibilidad que conlleva orientarse de manera precipitada hacia la tarea y a la obtención rápida de resultados, suele ser una de las causas principales de que el diálogo, en algunos equipos y organizaciones, no sea garantía de que las personas se entiendan y de que la iniciativa o la productividad sean el eterno desafío.

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En la ilustración: When Teacher’s Back Is Turned de Jacob Taanmann [1844-1922]


12 comentarios:

  1. Yo también creo que esos "primeros momentos" son fundamentales e imprimen carácter en las organizaciones, y que hay que cuidar mucho, con mucha sensibilidad como apuntas, los "periodos críticos".
    Sin embargo, como dices, a menudo puede la presión hacia la tarea y los resultados, sin tener conciencia de que una cosa depende de la otra, el resultado del proceso, la meta del viaje.
    Se me ocurre que, una buena estrategia, al menos en las organizaciones solidarias, podría ser replicar continuamente los primeros momentos -estar siempre "empezando"- y dar la bienvenida -o hasta estimular, si me apuras- los periodos críticos.
    Creo que, en definitiva, como ya hemos comentado en alguna ocasión, se trata de subirse a la ola del cambio y surfear en ella, convertirla en una oportunidad y un motor.
    Un abrazo

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    1. Totalmente de acuerdo con lo que comentas Fernando, me gusta esta estrategia de “estar siempre empezando y estimular los períodos críticos. Este debiera ser el sentido de los sistemas de gestión de conocimiento y de comunicación interna: provocar una continua conversación orientada al crecimiento.

      Un abrazo!

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  2. Reflexionando sobre el asesoramiento, nos decías hace unos meses "Limitarse a la solución técnica de algo quizás comporte el quitarse un problema de encima, pero desarrollar la filosofía que subyace a una intervención supone, nada más y nada menos, que aumentar la capacidad de dotar de coherencia y gobernar posibles situaciones futuras. La excesiva orientación a satisfacer la necesidad del momento y el paralelismo fácil que se establece entre hacer filosofía y perder el tiempo, suelen ser las principales causas de que este aspecto también brille por su ausencia en muchos asesoramientos".

    Creo que es una de las inversiones que mejores rentas da cuando se trabaja adecuadamente esos "primeros momentos", ya que proporciona la COHERENCIA y RAZON DE SER que permite hacer frente a las situaciones difíciles que (casi siempre) se dan.

    Lo escribo convencido como pocas veces, porque lo estoy (estamos) viviendo en carne propia.

    Un abrazo Manel!

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    1. Tienes razón, las dos reflexiones comparten el mismo sustrato. Bajo mi punto de vista, el error estriba en pensar que “siempre se está a tiempo” porque sucede que el “arroz se pasa”, para ciertas cosas. Hay aspectos que requieren ciertas condiciones para que se den y, a su vez, estas condiciones requieren de momentos determinados que no se pueden ni anticipar ni posponer.

      Coincido contigo en el valor estratégico de “mimar” estos primeros momentos. Quizás debiéramos animarnos un día a documentar con casuística estas premisas. Muchas gracias por tu aportación siempre tan bienvenida, Pau. Un abrazo!

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  3. Me viene de perlas tu entrada, estamos en pleno "cambio" en mi trabajo, la verdad es que hubiese agradecido que estuviéseis alguno de vosotros por allí, pero ... intentaré se optimista ... ohmmmmmmmmm

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    1. Estando tú creo que ya se dispone de mucho. Esa chispa tuya debe ser un recurso valiosísimo en tu entorno de trabajo. Espero que vaya muy bien ese cambio, Juana, ya comentarás… Un abrazo!

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  4. Buenos días, Manel.

    Este post me viene que ni pintado ahora que llevo justamente poco tiempo en una organización.
    Soy consciente de que, a lo largo de mi trayectoria laboral, he perdido confort y la oportunidad de disponer de mejores condiciones laborales al haber cambiado varias veces de empleo, pero con todo, no me arrepiento de haber pasado por varias empresas de distintas dimensiones y sectores, porque de todas ellas he aprendido a bregar con nuevas situaciones y retos.

    Aunque hayamos superado la época de plasticidad, nunca dejamos de aprender. Al gestionar un tema totalmente nuevo, gracias a la colaboración de personas con mucha experiencia, aparte de tranquilizar ese ogro interior que no ve salida a un problema que desconoce cómo sacar adelante (periodo crítico que comentas) , aprendes a detectar las acciones necesarias para agilizar su trámite en caso de que vuelva a suceder.

    Una abraçada, Manel.

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    1. Hola Begoña,

      A nivel profesional creo que esa plasticidad se da siempre en los inicios. Recuerdo a un experto en “motivación” que, al ser preguntado sobre cómo motivar a un empleado respondía que la reflexión debía realizarse sobre lo que podía haber sucedido para que se desmotivara, una indirecta a la ilusión que conllevan los inicios y a la capacidad receptiva que normalmente la acompaña. Si además incorpora la autoestimulación de la madurez de alguien como tú que está abierta a nuevos aprendizajes e interpreta todo comienzo como una oportunidad para obtenerlos, la plasticidad está servida.

      Me alegro muchísimo de esta situación de inicio en la que te encuentras Begoña, espero que contribuya a aquella tranquilidad que todos buscamos en estos tiempos. Una abraçada, forta!

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    2. No puedo estar más de acuerdo. Los primeros días, según la receptividad del entorno, sabes si cuadras o no. Reconozco que hace muchos años que no me sucedía ésto, así como también recuerdo experiencias en las que estuve bastante tiempo en los que desde el primer día supe que no era mi sitio.

      És meravellós llegir articles com els teus, Manel. És el 2.0 constructiu.

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    3. Sí, es importante ser delicado respetuoso respecto a las diferentes perspectivas en los comienzos para que pueda darse una continuidad armónica. Moltes gràcies per la teva valoració Begonya, es molt reconfortant. Una abraçada!

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  5. Muchos de los chavales con los que comparto aula se incorporaron ayer a las empresas en las que llevarán a cabo sus prácticas. Me consta la mezcla de ilusión y susto con la que se acercaban a este día y los imagino en uno de estos momentos críticos de los que hablas. Espero que, al menos, una pequeña parte de lo trabajado en clase les ayude a enfrentarse a este proceso de socialización con algún recurso más de los que traían en su mochila en septiembre.

    Mi deseo sería que, en las empresas, existiera esa conciencia de la importancia de mimar estos comienzos desde la propia organización, como tal, teniendo en cuenta, fundamentalmente, el enorme beneficio que se puede obtener trabajando de cerca con las personas en estos momentos críticos que defines tan bien. Pero me temo que no es así y que, en la mayoría de los casos, el proceso es algo parecido a ésto.

    En el trabajo con grupos hay un espacio previo que, entiendo, hay que compartir antes de adentrarse en el camino de la tarea. La pre-tarea sería ese lugar en el que el grupo se hace con el "equipo", material y emocional, necesario para afrontar con más garantías la tarea posterior y son contadas las ocasiones en las que las organizaciones asumen y cuidan esta oportunidad.

    Quizá es que nadie les había hecho ver este valor, aun.
    Otro gran reto que afrontas, artesano.

    Muxu handixe!

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    1. Los planes de formación debieran, ser en las organizaciones, algo más de lo que suelen ser y diluirse en el día a día adaptándose a la permeabilidad cambiante de las personas a lo largo de su desarrollo. El ideal sería que lo que han aprendido tus alumnos les sirviera para “disolverse” en la cotidianeidad corporativa de las empresas en las que realicen las prácticas y no –como sospechas- para “enfrentarse” a ella. Pero la realidad, a menudo, es otra y las organizaciones, como las personas, reclaman para sí mismas una atención que es directamente proporcional a la insensibilidad que muestran respecto a las necesidades que debieran atender por su parte para obtenerla. Una paradoja que suele ser el plato habitual en el menú de nuestro modelo social.

      La falta de atención a estos primeros momentos es corrosiva para los equipos de trabajo y para el crecimiento profesional intraorganizativo. Es uno de los principales errores de configuración y una de las principales causas de conflicto por la Torre de Babel en la que se han convertido muchas empresas.

      Muxuak, Marta!

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