lunes, 14 de agosto de 2023

Comunicación pública efectiva, confianza, tiempo y paciencia

 

La comunicación efectiva es aquella en la que el mensaje cala en aquellas personas a las que se dirige y tiene capacidad de influir en su toma de decisiones, si no es así, si el mensaje llega, pero no se tiene en cuenta como algo válido, entonces este se olvida o, lo que es peor, puede consolidar opiniones preexistentes, contrarias y resistentes a lo que se está emitiendo. Así pues, se necesita receptividad para que la comunicación sea efectiva.

Para que una persona sea receptiva a lo que está escuchando, se requiere confianza en el emisor, esto es, que se le considere alguien o algo que no pretende manipular al auditorio hacia sus propios intereses mediante una información que se considera amañada, falsa y poco relevante o contraria a lo que se entiende por “sentido común” que no es otra cosa que  “los intereses personales” tomados por “generales”.

Para que sea posible esta confianza en el emisor, han de darse una serie de variables entre las que se encuentran, claro está, la fiabilidad de la fuente y la del propio emisor, es decir, que el mensaje provenga de alguien que sabe de lo que habla porque dispone de datos recientes y objetivos que avalan su relato. Pero, esto no siempre es posible porque, a menudo, la objetividad de los datos es difícil de comprobar y, los criterios para interpretarlos, imposibles de valorar si no se dispone de la formación o de la posición del emisor y es entonces cuando no es tanto la fuente o el perfil del emisor sino lo que se le intuye o se le quiere suponer, lo que determina la validez de su mensaje.

Otro aspecto relacionado con la confianza es la coherencia, es decir, poder trazar una correspondencia directa entre lo que dice y lo que pasa después, ya sea porque ha sucedido algo que ha anticipado o advertido, o porque esta persona actúa o ha actuado conforme a lo que ha dicho. Pero, cómo sabemos, hay muchas situaciones en las que, por falta de tiempo, se exige fiarle la confianza a alguien, y entonces se confía porqué oímos lo que queremos escuchar o porqué las maneras de aquella persona nos recuerdan a alguien en el que hemos confiado; este alguien puede ser una persona en concreto o una manera de ser que remite a una tipología de personas que despiertan estas sensaciones de confianza, pongamos por ejemplo las figuras paternales o alguien que encaja en el estereotipo jovial y campechano del que no cabe sospechar malas intenciones, un perfil que se conoce de sobras en la política española. Obviamente también sucede lo contrario y hay personas que generan desconfianza porque recuerdan a otras a las que se asocian experiencias o sensaciones negativas.

Un aspecto, íntimamente relacionado con el anterior, es el grado de simpatía o antipatía que genera la persona que comunica, algo que normalmente está vinculado no tan sólo a quien nos recuerda o a lo qué dice, sino a cómo lo dice y aquí es donde entran otros elementos de la comunicación como el timbre, el tono o el lenguaje corporal. Conocemos casos de personas que no logran colocar un mensaje fiable, coherente y necesario por dar la impresión de estar continuamente enfadadas o riñendo y, respecto a la vestimenta, es un clásico que complementos como la corbata aparezcan o desaparezcan en las campañas políticas según el público al que se dirigen.

Pero en todos los casos, incluso cuando se fía la confianza a aspectos puramente intuitivos, la construcción de una relación real de confianza requiere de tiempo para poder afianzarla con demostraciones que convenzan de la bondad [subjetiva] de las intenciones de quien comunica y abran la puerta a ganar en receptividad e influencia en el futuro.

En definitiva, el tiempo es la variable fundamental para que cualquier cosa pueda suceder, si se administra adecuadamente, es decir, si se le dedica el tiempo necesario y su administración está garantizada por la paciencia y la contención de la ambición de quien comunica.

Ejercitar la paciencia y poner límites a la ambición es clave en cualquier actividad, sobre todo en aquellas que tienen que ver con el logro de objetivos complejos y, ganar en confianza para garantizar la efectividad en la comunicación pública, lo es.

Los objetivos de comunicación han de estar alineados con el tiempo del que se dispone y, este tiempo, está muy relacionado con la capacidad de un auditorio para asimilarlos.

La impaciencia es uno de los factores más importantes por los que, en comunicación pública, algunas formaciones políticas, no tan sólo no generan confianza, sino que provocan oportunidades para que otros, se aprovechen de este factor y aviven la desconfianza hacia ellas.

Algunas consignas básicas para comunicar efectivamente en público:

  • Observa al auditorio y no irrumpas en su ecosistema cognitivo con un discurso que le aleje demasiado de su zona de confort.
  • Utiliza un lenguaje llano y cercano, evitando el rasgo narcisista de necesitar dejar claro lo que eres y lo que sabes.
  • La comunicación pública exige de pedagogía y está sujeta a las leyes del aprendizaje, por lo tanto, no hay que apresurarse a ofrecer soluciones que no se piden, ni proclamar necesidades que no son aún reconocidas como tales, es importante aproximarse poco a poco, primero sintonizar con el público, alineándose con sus prioridades y ampliar progresivamente el relato a medida que se va adquiriendo confianza.
  • Demuestra sinceridad abriendo el mensaje y explicando, claramente, las ventajas y riesgos de lo que estás diciendo, lo que puedes asegurar y lo que no puedes y el porqué de la apuesta por lo que propones.
  • Calcula el impacto de las palabras y de las construcciones verbales, imagina qué sensaciones despertarán en tu auditorio y si se entenderán tal y cómo tú quieres o si, por el contrario, pueden inducir a otros significados no deseados. Escoge con atención los términos y conceptos que vayas a utilizar y ten en cuenta el uso que, de lo que digas, pueden hacer aquellas personas, instituciones y organismos que compitan contigo.
  • Una sonrisa genera más simpatía y conexión que una bronca, sin necesidad de caer en formas azucaradas, es aconsejable transmitir serenidad, posibilidad, seguridad y equilibrio para generar confianza.

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Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

4 comentarios:

  1. Bon dia, llegit

    M’ha interessat mes la segona part, la de "Consignas" diguem-ne recomanacions.

    M’agradaria insistir en llenguatge simple i frases ben construides. Curtes aser possible. Seguint metodologia TN q encara la trobo molt adequada.

    -Titular
    -Desenvolupament
    -Síntesis

    La Síntesis ha de ser possible i es molt necessària. Es un remarques el missatge. Si ho fas de manera q estiguin còmodes i s’ho passin be, millor, serà una experiéncia.

    No massa idees a comunicar xq les persones es perden i no servei de res.

    I si, cal donar DADES contrastades, per generar confiança i receptivitat.

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  2. En su aparente "sencillez", lleva una buena carga de profundidad :-)
    Y el último párrafo parece un resumen-demostración de lo que desarrollas a lo largo del artículo.
    Un petó, Manel.

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