viernes, 1 de junio de 2012

Neuras

Es un hecho indudable que lo “neuro” está de moda y también es más que probable que en poco tiempo deje de ser un prefijo que signifique alguna cosa debido a la facilidad con la que vampirizamos las palabras y las desecamos mediante un uso generalizado e indiscriminado de ellas, desproveyéndolas de cualquier significado concreto y clarificador que pudieran tener en un momento dado.

Lo cierto es que lo neuro parece haberse instalado como una manera de vestir cualquier disciplina con un hábito de verdad irrefutable. Es como un “oiga que no se trata de una elucubración filosófica más, sino que se desprende de la realidad descarnada de nuestro cerebro y como el resultado inevitable de nuestras sinapsis”, algo mucho más cierto que cualquier otra verdad empírica ya que no hace referencia a nada que necesite materializarse en el plano real sino a algo que se supone que existe por hallarse tan sólo en las cimas de las circunvoluciones o en las profundidades más oscuras de nuestros surcos cerebrales.

Hace poco le oía decir a Kathinka Evers, que el lado bueno de esta moda reside en que por fin se saca el cerebro del armario y se le reconoce la importancia capital que tiene en lo que somos, en cómo nos relacionamos, en lo que queremos ser y en el mundo que construimos, algo que me pareció tan revelador a la par que obvio, como puede serlo el reconocerles a los ojos su importancia en la percepción del mundo que vemos. Pero la verdad es que las cosas son así, en cuanto al conocimiento se refiere, lamentablemente vamos con unos cuantos años de retraso respecto de lo que realmente sabemos.

Personalmente, en este tratamiento que se le está dando a lo neuro, hay algunos matices que considero en mayor o menor grado inquietantes y, en algunos casos, incluso irritantes:

Uno es la ligereza con la que se utiliza el prefijo neuro en algunos modelos explicativos de base científica inestable y con una más que cuestionable correlación neurofisiológica. Modelos a todas luces orientados a comercializar una psicología fácil entre almas fácilmente sugestionables que aspiran a simplificar, en un puñado de fórmulas, los más íntimos resortes del comportamiento humano.

Otro es el empobrecimiento de algunos discursos expertos por la vulgarización y utilización innecesaria de argumentos de corte neurológico, que acostumbran a ser generalistas e imprecisos y que revelan la falta de información o la insalubridad de las fuentes de las que se alimentan. Parece ser que saber que hay dos hemisferios, uno bueno o divertido y otro malo o aburrido, y que existe algo que se llama sistema límbico al que responsabilizar de las emociones, es suficiente base neurofuncional como para edificar sobre ella cualquier neuroteoría que se ponga a tiro. El mismo empeño para seguir esgrimiendo hasta el aburrimiento la manoseada importancia del hemisferio derecho en la creatividad humana sirve para seguir ignorando la importancia que, por ejemplo, juega el lóbulo frontal en la estimulación e inhibición de cualquier proceso cognitivo [o no cognitivo]; la existencia, localización y funciones de la amígdala cerebral o la influencia determinante de la cultura en la citoarquitectura de cada cerebro humano.

Por último y sabiendo que la ciencia está orientada a satisfacer no tan sólo el deseo de entender sino también el de controlar, resulta inquietante el avance de la neurociencia en aquellos ámbitos [neuromárketing, neuropolítica, etc] en los que el libre albedrío y la incertidumbre ante la respuesta esperada por parte de la personas es la única esperanza posible ante la manipulación más descarada. Algo de lo que ya nos advertía George Lakoff cuando nos hablaba sobre la utilización perversa que se hace en política de aquellos avances de la ciencia cognitiva aplicados a lo que piensan y cómo deciden las personas a la hora de votar. Sólo nos faltaba que se sirviera perfectamente aliñado el funcionamiento, impresionabilidad y plasticidad de nuestros cerebros a la ciega ambición e irresponsabilidad de aquellos que dicen gobernar nuestro futuro y estar al servicio de nuestras necesidades.

Pero ante el progreso ya se sabe que lo único posible es verlas venir…


4 comentarios:

  1. Un segundo de conciencia temina con toda manipulación, lo difícil es que muchos y juntos, tengamos ese segundo de conciencia .... pero estamos en ello ....

    Los científicos (los neuro .... lo que sea) están fascinados con las maquinitas, que ahora con las resonancias magnéticas, van a ver lo que pensamos (no se lo creen ni locos) pero por "vender" que no sea ....

    Lo bueno de la cosa es que no es tan fácil, los seres vivos, en general, se salen de toda estadística posible .... y aún no hemos llegado a eso que dicen los físicos cuánticos "el observador influye en lo observado"

    Nota: A mi también me inquieta un poco el estudio de como manipular mejor.

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    1. Se dice que, probablemente, los instrumentos de medición permitan en un relativo corto plazo saber mejor que nosotros qué pensamos, porqué y como lo hacemos. Pero también se apunta que la experiencia de ser un ser humano sólo se podrá explicar desde la subjetividad de cada uno de nosotros. Al menos eso…

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  2. Una buena lectura en positivo de esta moda, no lo había pensado a pesar de lo obvio, aunque en estas cosas da miedo el efecto bola de nieve que hace tan difícil rescatar ese significado concreto y clarificador que dices. En el caso del término neuromarketing el abuso es total, y no ya porque se confunda con el estudio del “comportamiento del consumidor”, sino porque en demasiados casos no es ni eso. Lo que realmente está de moda es lo “fácil”.

    ¿Permites una pequeña puntualización? No dejemos tampoco que las modas degraden el concepto de filosofía, aunque ya sé que abunda la utilización de esa etiqueta para encubrir y vender elucubraciones.

    Me gusta especialmente lo que comentas de los hemisferios del cerebro, neuroasfixiada me tiene tanta exaltación. Lo que no he podido evitar al leer lo de “perfectamente aliñado” es acordarme del erudito doctor.

    Me ha gustado especialmente este post, sabes que tengo debilidad por desnudar conceptos y palabras.

    Un abrazo! :)

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    1. …scanners en los aeropuertos que permiten detectar el cerebro psicópata,… se rumorean posibles transpolaciones para detectar el “cerebro terrorista” también mediante un escanner cerebral, …en fin, lo propio que se suele hacer con el conocimiento cuando es puesto al servicio del poder de turno, utilizarlo para controlar el interés de algunos.

      Lo he puesto en cursiva para simular el discurso del imbécil de turno para el que la filosofía es humo en boca de vendedores de crecepelos…vaya, propio de "los de letras"! Mucho me temo que ya es tarde para esa puntualización, la insondable ignorancia de demasiad@s “instruid@s” ya ha “dado el traste” con este concepto. Lo mejor será no “meneallo” mucho para tener oportunidad de rescatarlo más adelante…

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