Como ocurre cuando intentamos proteger a los niños en su inocencia y evitarles el miedo presentándoles una interpretación descafeinada y a veces muy distorsionada de la realidad, se da el caso, en algunas organizaciones, que cuando gestionan el cambio hacen todo lo posible para atenuar o diluir la ansiedad natural que provoca la incertidumbre respecto a la existencia y grado de confortabilidad del nuevo escenario al que se dirige.
De este modo se dicen cosas del tipo de “aquí no pasa nada”, o se llevan a cabo actuaciones con el objetivo de suavizar e incluso negar aquellas variables del cambio que son desestabilizadoras o generadoras de angustia organizativa y que pueden ser el germen de una situación de alarma que ponga patas arriba el orden natural al que estamos acostumbrados y del que, en cierto modo, no queremos desprendernos.
Por paradójico que parezca, se afronta el cambio negando que realmente se dé ningún movimiento, pretendiendo sorprendentemente además que, de este modo, las personas cambien y que las cosas pasen a ser o a hacerse de manera distinta.
He podido constatar que la aparente bondad paternal de estas actuaciones tiene su origen en una o en varias de las siguientes causas:
> La desconfianza respecto a las actitudes de las personas en una situación de cambio y a su posible incidencia en la productividad o en el clima laboral.
> La incapacidad narcisista de asumir en carne propia ser la representación del cambio y de la ansiedad natural que éste despierta.
> La creencia de que lo mejor es sedar a las personas para que el cambio pase como a través de ellas, sin el menor trauma o huella en sus memorias. Como si se tratasen de turbulencias que molestan en un vuelo que ha de empezar y terminar como siempre.
> La necesidad de ser infalible y ocultar la propia ignorancia ante el futuro incierto que se avecina.
> La percepción de que las personas son como niños a los que se ha de conducir de la mano para cruzar la calle.
> Pasar por alto que el cambio nos afecta a tod@s y que, de alguna manera, cada un@ ha de responsabilizarse de la parte que le toca, con todas las consecuencias que pueda comportar.
En todos los casos se trata de un factor más que dificulta el cambio y que proviene, en este caso, de parte de quien se supone que lo ha de impulsar y facilitar.
Ante esto quizás es importante considerar que:
1.- Una situación de cambio supone instalar a los equipos y a las personas en la incertidumbre propia de una situación de tránsito, ya que es desde ella de donde emana una posible motivación para buscar nuevas zonas en las que habitar.
2.- Las personas han de estar informadas de las diferentes variables que afectan a su situación profesional, no sólo por ser además una cuestión personal, sino porque es necesario que afinen sus expectativas y se hagan resistentes a posibles frustraciones.
3.- De algún modo, el cambio ya es la constante, tener la capacidad de asumirlo y desenvolverse en él de una manera habitual y cómoda es una de las nuevas competencias que se han de adscribir a cualquier perfil profesional que aspire a tener un futuro.
Terapia
Hace 19 horas
Hola Manel, primera vez que me toca de primero, jeje. Siempre estan tus Fns esperando para contestar.
ResponderEliminarEn fin, lo que pudiera aportar a tu propuesta, es que el cambio como bien dices ya no es una variable, si no una constante y puede ser vista de tres modos:
a. cambiar para sobrevivir
b. Cambiar para mejorar, (mejora continua, de calidad total por ejemplo) y
c. Cambiar para innovar, que si son cambios espectaculares, a lo interno.
Muy buen post mi amigo. Sigo en la espera del anuncio de tu proximo libro, Dios mediante. Espero leerlo pronto.
Alberto
@Facility Manager. Gracias Alberto por la aportación. Añadiría, si te parece, una vez leídos los tres puntos de vista de la necesidad de cambio, poner el punto “b” y el “c” en función del “a” ya que nunca la innovación y la mejora fueron condición tan importante para sobrevivir como en el momento actual. ¿te parece?
ResponderEliminarUn abrazo, Alberto!
Cuando hace unos días hablabas de “reiniciar”, me preguntaba como se sentirían las personas ante un planteamiento tan diferente por parte de la dirección como el que comentabas en ese post. Es cierto que en el trabajo, como en la vida, el cambio es ya la constante y asumirlo formando parte, el único enfoque posible para poder evolucionar.
ResponderEliminarConsidero insoportable el discurso de “no pasa nada” que se complementa con el “no hagas nada” que inspira el propio sistema educativo. Sí pasa y, de no ser así, debemos hacer que pase. Recuperaba recientemente una magnífica frase de “Lugares comunes”: "Despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez. Sin límites. Sin piedad".
Imaginarse en el barco de la foto produce vértigo porque desde fuera nada se puede hacer. Es preferible estar dentro contribuyendo a tu propio destino. Aplausos Manel, como corresponde, una vez más, a esta excelente reflexión.
Me has hecho pensar, Manel... y no me ha resultado cómodo entreverme en alguna de las actitudes que describes.
ResponderEliminarPorque yo me veo a mí mismo diluyendo o mitigando los miedos que "paternalmente" creo que pueden dificultar, sin justificación suficiente, el lanzamiento de un proyecto de cambio.
Me digo a mí mismo que es una simple consecuencia de que miedos no fundados corten de raíz iniciativas de transformación, que impidan asumir cualquier riesgo. Lo he visto (y sufrido) tantas, pero tantas veces...
También he interiorizado que, una vez conseguido el banderazo de salida, las dificultades no son menores pero las posibilidades crecen. Pero quizá sea una historia que me cuento con demasiada frecuencia. Voy a dedicarle una nueva mirada...
Gracias por la reflexión.
@Isabel. Veo muy difícil trabajar algunas de las variables del post, no obstante no me parece imposible y en intentarlo también está la gracia. Lo bueno del momento en el que estamos es que es propicio para tomar consciencia y para sensibilizar la capacidad autocrítica.
ResponderEliminarMuy bien traída la frase de “despertar en los alumnos el dolor de la lucidez…” También me ha encantado como has utilizado la analogía con el barco. De esto se trata de contribuir a orientar lo que tenga que ser…
Muchas gracias Isabel! :)
@Jesús Fernández. Entiendo, Es esa actitud paternal que también identifico en mi la que me parece cuestionable ya que, de por sí, cada vez que uno adopta un rol determina, en cierto modo, el rol de los otros. Mitigar miedos que no estén justificados, que no estén fundados no me parece contraproducente aunque quizás, al menos en mi caso, no se trata tanto de mitigarlos como de analizar las causas de estos espejismos y dotar a las personas de recursos para combatirlos. Se trata de lidiar con la realidad y no con cualquiera de las posibles distorsiones que la exageren o que la atenuen.
ResponderEliminarPersonalmente prefiero saber a lo que vamos, saber lo que me estoy jugando y decidir si me quedo o no…quizás sea en la posibilidad de tomar esas decisiones donde radica el miedo…al menos, bueno es saberlo, ¿no?
Muchas gracias Jesús por ese comentario sincero con el cual tampoco puedo dejar de identificarme en algún momento de mi historia empresarial.