When Teacher’s Back Is Turned by Jacob Taanmann [1844-1922]
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En mis inicios musicales corregí una vez a mi profesor. Al instante me sobrecogí de haberlo hecho, pues creí haber herido su orgullo. Pero él, dándose cuenta de mi azoramiento, sonrió y me dijo: “La finalidad de todo maestro es dejar de serlo algún día para su alumno”. Estoy sumamente orgulloso de este profesor, para mí uno de mis mejores maestros.
Quizás por eso desconfío enormemente de esos supuestos maestros empecinados en no dejar de serlo nunca y que cifran su ascendente en las veces que son citados por sus alumnos, llegando incluso algunos a exigirles el copyright de ser la fuente, origen o inspiración de sus ideas.
En las relaciones de aprendizaje no son tan sólo conocimientos, metodología o técnica lo que se transfiere, sino los valores que les dan sentido en el escenario en el que se reproducen. Esto es lo realmente preocupante en determinados enfoques formativos, esto y el hecho de que pretender eternizar el rol de maestro lleva implícito mantener a raya la estatura del aprendiz mediante la poda conveniente del saber que se le transfiere.
El proceso de aprendizaje ha de incorporar la transformación de lo aprendido a las características e idiosincrasia personal de quien aprende. No potenciarlo es uno de las rasgos de aquellos enfoques formativos basados en la admiración y uno de los principales factores que interfieren en la innovación metodológica y el desarrollo de la persona.
Es relativamente fácil observar este fenómeno en algunas variantes de la consultoría, que son escuela o con pretensiones de serlo; uno de los motivos por los que de esta profesión a veces emanen sospechosos aromas sectarios.
Al margen del rol que se ocupe en un escenario determinado, cuando se trata de aprender, al maestro lo escoge realmente el alumno, aprendiz, o como quiera que denominemos a quien se halla en situación de aprendizaje.
Nadie es maestro simplemente porque crea que tiene algo que enseñar, maestro es aquél de quien se quiere aprender. Ésta es la principal razón por la que, en nuestros escenarios formativos, no todos los que "están", sean realmente los que “son” y que la cantidad real de alumnos sea siempre inferior a la de los que asisten a la acción de formación.
Un maestro muestra lo que sabe o cómo lo hace y, como mucho, escoge entre aquellas personas que quieren aprenderlo o hacerlo de la misma manera. Cualquier variante de este ciclo orientada a reclutar alumnos o aprendices es probable que parta de pervertir el objetivo de aprendizaje, cuando no de contaminar la relación entre profesor-alumno mediante la seducción o la búsqueda de admiración.
En este afán por resumirlo todo y ganarle tiempo al tiempo me pregunto si reservamos a nuestros objetivos de aprendizaje el tiempo que realmente necesitamos para lograrlos. Y no me refiero tan sólo a un tiempo físico de “exposición” al aprendizaje sino a aquel tiempo “interior” en el que la persona está dispuesta a considerarse como un “aprendiz” y someterse a la disciplina que supone acallar el impulso narcisista que ello implica.
En el caso de aquellas variantes de la consultoría directamente relacionadas con el desarrollo o crecimiento personal, éste debiera ser un tema sensible en los programas formativos ya que, de lo contrario, proliferan los “aprendices de brujo” que, por un afán de logro inmediato, lanzan conjuros de “oídas” sin llegan a gobernar las fuerzas que desatan y sin evitar que estas mismas fuerzas les gobiernen a ellos mismos.
El tema es apasionante.
ResponderEliminarCreo que, en un enfoque tradicional de la formación -también en la consultoría- se ha puesto el acento en la enseñanza mucho más que en el aprendizaje. O sea, el objetivo era exhibir lo mucho que sabía el "maestro", para lo cual -además- debía preservar su saber y utilizar conceptos y lenguajes oscuros. Pero el objetivo de la formación ha de ser siempre el aprendizaje ¿no? Y eso obliga a poner el foco sobre el "alumno", o mejor, sobre "los/as alumnos/as" que son diversos/as, distintos/as, con subjetividades diferentes...
Ese cambio de foco supone un cambio radical respecto a la formación tradicional.
Me estoy acordando -inevitablemente- del maestro Paulo Freire (este si era un maestro) y de su crítica a la "educación bancaria", a la "adquisición" y a la "transmisión" del conocimiento.
Uffff... ya digo, un tema apasionante.
Un abrazo Manel
Hola Fernando, sí, el tema es apasionante aunque hasta cierto modo también es preocupante. Entre lo que se dice y lo que se hace sigue abriéndose una brecha de desencuentros continuos, quizás se vende formación pero lo que parece hacerse es realmente comprar matrículas, acólitos, etc., mediante la promesa de la capacitación instantánea. Muchos pseudoenfoques formativos han encontrado una oportunidad en la impaciencia por “facultarse”. La tendencia parece que es “ser” antes de “hacerse”. Demasiada prisa en enseñar para entretenerse primero en aprender.
EliminarUna abrazo Fernando!
El aprendizaje, como la diversidad, no es una palabra sino un proceso que se esconde en la rigidez de lo normal-izado. Es como un río caudaloso que lo recorre todo, pero al que no todo el mundo se acerca. No llega situarse cerca y no hay marcos privilegiados de referencia, hay que tocar el agua o incluso sumergirse para disfrutar de su riqueza desde ambas orillas.
ResponderEliminarLa maestría y el aprendizaje se retroalimentan, en uno mismo y con los demás. Este post me ha llevado a otro que escribiste hace un tiempo en el que tu maestro te recibía en la puerta pero, tras la sesión, te despedía en su despacho y te dejaba recorrer solo el pasillo hasta la salida. De ahí me había llevado a mi block de notas esta frase: “Es una forma de hacerle ver que, en esta relación, siempre hay una parte del camino que la debe recorrer usted sólo”.
La talla de alumnos y maestros no se mide por indicadores de autobombo sino por la genuina relación que se establece de forma libre. Pero eso no interesa a lo estandarizado, ¿verdad?
Un abrazo.
Como siempre, son los propósitos y los valores que se hallan detrás de las acciones los que determinan la talla de quien las lleva a cabo, en cierto modo es natural que la crisis nos lleve también a la revisión de esos marcos de relación que tanto reflejan los intereses reales de la sociedad en la que se producen. El péndulo vuelve y con él nosotros, con la carga de lo aprendido y en búsqueda de la esencia para volver a intentarlo de nuevo.
EliminarUn abrazo.
En euskera hay una palabra, maisu, que juega con un concepto "ampliado" de maestro y que creo que enlaza con bastantes de las características que planteas aquí. Voy a ver si indago más sobre lo que esta palabra connota. Te tengo al tanto.
ResponderEliminarA raíz de tu comentario he buscado un poco y me comentan muy sucintamente que se refiere a maestro “en todos los sentidos, como profesor, habilidoso, compositor musical…” Quedo a la espera de los detalles que puedas aportar, es muy interesante…gracias!
EliminarComo buen aprendiz, uno escoge a sus maestros. Eso es lo que queda de ello. Labor de humildad pero sobre todo de exigencia, que me parece más potente. Un maestro, recuperemos esa palabra.
ResponderEliminarSí, recuperémosla en toda su profundidad! :-) Un abrazo Juanjo.
EliminarEn una organización empresarial con la que colaboro (desde la independencia ideológica) "obligan" a llamar Maestro al máximo responsable de las propuestas formativas de la entidad.
ResponderEliminarCuando lo descubrí me quedé desconcertada ?! ya que si existe una característica que permite descubrir a un verdadero maestro es que nunca exige semejante rango, ni va por la vida pidiendo pleitesía.
Debajo de este asunto resuenan los intereses económico-marketinianos y el ego. Como me contaba ayer (viernes 6) Arawana Hayashi -desde el MIT (USA)- tratando de resumir su larga y fértil trayectoria (Teoría U + Liderar desde la Presencia): Se trata de pasar del Ego-System al Eco-System... ¡Gracias Manel!
Igual esa organización empresarial es realmente una Logia! :-D
EliminarLamentablemente hay demasiados “referentes” a los que el ego les traiciona aquella “maestría” que creen poseer. El “afán” [como el miedo o los celos] es como un virus que infecta a la persona, poseyéndola y usurpando su voluntad. Y como un virus también se transmite e infecta a otros amenazando de pandemia. De ahí el peligro de algunos pseudomaestros y gurús.
Fantástica Arawana Hayashi. Un abrazo Azucena!
Hace tiempo que descabalgué a la enseñanza del proceso de enseñanza-aprendizaje. Con cada paso veía cómo se descolgaba por la grupa hasta perderla del todo. En el aula (como en sus alrededores) aprende quien quiere, lo que quiere, como quiere, cuando quiere, hasta donde quiere.
ResponderEliminarApenas llevamos unos días de clase. Las ilusiones se turnan con las ansiedades en eso de encogernos las tripas y andamos sumergidos en mimar estos primeros momentos para crear el magma en el que nos quedaremos adheridos, quizá, si las hadas lo quieren, hasta el final del curso.
Yo quiero seducción, en el aula. Y admiración, también.
Necesito que se sientan seducidos, primero, por las posibilidades y admirados, después, por los lugares a los que nos puede llevar el propio esfuerzo hacia el aprendizaje. Es la única manera en la que creo, hoy, con mi escasa experiencia, para provocar el deseo en la manada de iniciar ese viaje. Juntos.
A partir de ahí, cada individuo explora el territorio y al resto desde su propio instinto, vivencias, habilidades, conocimiento, experiencias, ... desde tantos puntos de vista como almas hay en el aula y en tantos momentos como decida encontrar para ello. Y cada uno va determinando cuánto se dejará impregnar y cuánto de sí mismo compartirá en ese proceso.
Cuando alguien se anima a "corregirme" me siento regalada. En ese momento puedo tener la certeza de que se ha producido una reflexión que ha traspasado las paredes del aula y del tiempo de clase y que se ha creado ese espacio protegido en el que habita la libertad para expresar el pensamiento crítico y la opinión propia.
Algo así como esto que me ocurre a mí cuando vengo por aquí. Que me llevo palabras que me danzan alrededor y me susurran o me cantan en cualquier momento conectando lo que voy viviendo con aquello que decidí aprehender ... para aprenderlo, después.
Muxu handixe!